Venezuela es uno de los países sudamericanos donde más se usa el mercurio como químico para la explotación de oro.

Según declaraciones realizadas por el coordinador general de la organización Clima 21, en El Callao, estado Bolívar, el ecosistema contiene altas concentraciones de mercurio, sobrepasando los indicadores de seguridad establecidos por instituciones nacionales  internacionales de salud.

De acuerdo con la Organización Panamericana de Salud (OPS), es posible que con la exposición de compuestos de mercurio -por inhalación o ingesta- se evidencien casos de trastornos neurológicos, disfunciones cognitivas y motoras, entre otras afecciones.

Ante este contexto se plantea la pregunta: ¿cómo incide el mercurio en los casos de autismo?

En el programa En Confluencia de Radio Fe y Alegria Noticias, Andrea Alvarado, quien forma parte de la Organización sin fines de lucro, Autismo Dejando Huellas, expresó: “Se ha estudiado muchísimo cuáles son los factores desencadenantes del autismo, y las investigaciones más recientes revelan que no hay conexión entre el mercurio y el autismo”.

El trastorno del espectro autista (TEA) es una condición que agrupa diversas afecciones en el cerebro y su desarrollo. Algunas características de TEA son las dificultades para las relaciones sociales y la capacidad de comunicación, sin embargo, las particularidades de cada infante con el diagnóstico puede variar según el caso puntual y evolucionar con el tiempo.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada cien niños tienen autismo. 

Sin cifras oficiales

En Venezuela, no existe un registro con las cifras actualizadas en donde se indique el número de personas con trastornos de neurodesarrollo.

De hecho, el 24 de abril de 2023 se publicó en gaceta oficial la Ley para la Atención Integral a las personas con TEA y a pesar de ello se carece de políticas públicas en defensa y protección para este grupo de personas, según denuncias.

Alvarado explicó que en Venezuela la alimentación es importante tenerla en cuenta, cuando se consume algunos tipos de pescados y enlatados que contienen altos niveles de mercurio y plomo, entre otros agentes contaminantes. Estos son factores que pueden incidir en la prevalencia de afecciones genéticas, junto a otros indicadores externos que pueden influir en la aparición del autismo en los niños.

Estudios realizados en Canadá, Estados Unidos y Australia demostraron que se eliminó el Timerosal, que es el componente derivado del mercurio que se utilizaba en las dosis de más del 50% en las vacunas. Aún así continuaron en aumento los casos de TEA, lo que dejó en evidencia que existen más factores externos que pueden producir autismo en los niños. 

Alvarado explicó que es importante considerar las datas familiares, ya que a través de unos cromosomas en específico se transfieren mutaciones, alteraciones o errores genéticos, que generan una susceptibilidad genética a las personas al padecer de al menos 60 tipos diferentes de trastornos de neurodesarrollo, en donde tiene cabida el espectro autista.

No es una enfermedad

“El autismo no es una enfermedad; por lo tanto ningún examen clínico puede determinar si tienes autismo o no. El examen genético es el que puede indicar una susceptibilidad a la aparición de la condición”, detalló la psicóloga. 

Según ella, es importante tomar en consideración tres factores: la información genética que se envía de la madre al hijo, la contaminación y la alimentación. 

En caso de que exista sospecha de la presencia del espectro autista, se debe acudir con un equipo multidisciplinario: pediatras, neuropediatras, psicólogos, psiquiatras.

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