Las elecciones primarias del sector mayoritario de la oposición venezolana, celebradas el domingo 22 de octubre, han constituido una enorme sorpresa para el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv). El porcentaje de participación, por una parte, y la victoria contundente de una candidata como María Corina Machado, por la otra, crean un desafío importante para la organización que ha ostentado el poder nacional desde 1999.
En cuanto al nivel de participación, es muy meritorio que frente a un clima hostil institucional y narrativo desde diferentes vocerías, sumado a la fragmentación previa del mundo opositor, se hayan logrado movilizar a más de dos millones de votantes.
Se convierte este evento sin duda, en una referencia para redimensionar al liderazgo opositor, más aún con la forma en la que se impuso Machado logrando un apoyo de más de 90% de los votantes. El impacto ha sido de tal magnitud que, en los primeros sondeos de las primarias, María Corina le saca en escenario polarizado a Nicolás Maduro cerca de un 30% de diferencia.
Obviamente frente a ello, el Psuv como partido debe reaccionar. Hasta ahora su forma de funcionar ha sido extremadamente jerárquica y como pirámide invertida. El poder ha estado concentrado en Maduro que ejerce, al igual que Hugo Chávez en el pasado reciente, una especie de híper liderazgo.
Sin embargo, el hándicap que representa Maduro cada día se vuelve más pesado ya que desde hace algunos años, su porcentaje de aprobación no supera al tercio de la población.
Ese nivel de aprobación se ha convertido en una especie de techo solidificado en materia de opinión pública que le impide crecer más allá de ese espectro político. Con lo cual, sus posibilidades reales de lograr la reelección en un escenario medianamente competitivo, son muy difíciles.
El Psuv debe analizar y decidir. En el marco de los acuerdos de Barbados pudiera tratar de llevar al extremo la posibilidad de mantenerlos, aun sosteniendo la inhabilitación política a María Corina Machado.
No obstante, la oposición venezolana en su proceso de redimensionamiento pudiera, en última instancia, lanzar una candidatura de plena confianza de Machado y avalada por los partidos, impulsarla al máximo bajo su liderazgo y lograr catapultar el apoyo popular. Aun colocando obstáculos para ello, Maduro tendría enormes problemas para levantar su bajo apoyo popular y garantizar su reelección.
Algunas voces internas del Psuv siguen muy de cerca la campaña electoral en Argentina. Frente al surgimiento del fenómeno Javier Milei y el deterioro del apoyo popular al peronismo en el poder, Sergio Massa se reinventó en una campaña donde ha sido el candidato del gobierno “sin serlo”, en una especie de metamorfosis que está desarticulando los apoyos a Milei y su fórmula pretendida de ser el verdadero “salvador” del país.
Hasta ahora, Massa ha logrado sacar una ventaja de cerca de diez puntos porcentuales de diferencia que lo tienen, salvo imprevistos de último momento, con un pie en la Casa Rosada.
Por lo tanto, en el Psuv lo piensan, pero aún no lo dicen. Qué tal si Maduro da paso a otro candidato que puede ser un ministro o gobernador, que logre potenciar una reingeniería político-electoral que pueda descolocar el entusiasmo avasallante de la oposición en torno a la candidatura de María Corina Machado.
Un candidato que, al igual que Massa, pueda ser del gobierno, pero haciendo campaña “sin serlo” con un eficaz formato de comunicación política. Las voces bajas en el Psuv comienzan a generar ruido, pero hasta ahora, Maduro privilegia su control político del aparato antes que buscar opciones alternativas.
El Psuv vive su propio laberinto entre mantenerse en el híper liderazgo o evolucionar hacia un manejo colectivo del poder como lo ha sugerido Lula Da Silva en diferentes oportunidades tanto pública como privadamente. Vienen días de decisiones importantes y juego ajedrecístico.
Piero Trepiccione es politólogo y Coordinador del Centro Gumilla en el estado Lara. @polis360
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