Una Palabra Oportuna No. 1771

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palabra

Oración de la mañana. Miércoles 11 de mayo de 2022.

Por Herlinda Gamboa. Narra Julitze Mayurel.

Cafecito de la esperanza en Tiempo de Pascua

Señor Jesús, hoy vengo a rezar teniendo en mis manos el Evangelio de tu discípulo Juan, el discípulo amado, el que quiere que vayamos a ti por el camino del amor. Ya desde el principio te pido que me des un corazón grande para poder entender tus palabras. Dame la fuerza de tu Espíritu para poder llegar a la verdad plena. “El que me ve a mí ve al Padre”. Eres la cara de Dios vuelta al hombre, manifestación, espejo, epifanía de Dios.

Toda tu vida sólo tuvo una intención: revelarnos el rostro del Padre. Si acaricias a los niños, es para decirnos: así de cariñoso es el Padre. Si miras a los jóvenes con amor, es para indicarnos: así de bondadoso es el Padre. Si curas a un enfermo, si perdonas a un pecador, si resucitas a un muerto, siempre es para gritarnos: así de bueno, de derrochador de amor es el Padre. No has venido a este mundo para juzgarnos, ni menos para condenarnos, sino para enseñarnos el verdadero rostro del Padre que nosotros, los hombres, teníamos desdibujado.

Y esa hermosa tarea debemos continuarla hoy, los cristianos. A través de nuestras palabras, gestos, silencios, debemos trasparentar el rostro maravilloso del Padre, tal y como lo haces tú. Nosotros, con nuestras palabras y acciones ¿“revelamos” o más bien “velamos”, “ocultamos”, “estropeamos” el rostro de Dios? “Yo los he escogido y destinado para que vayan y den fruto y su fruto dure”. Debemos dar lo que hemos recibido y debemos anunciar el Evangelio que hemos creído.

No basta con saber cosas sobre Dios, hay que vivirlas, gustarlas, hacerlas vida en nosotros. Que la plegaria y la meditación de la Palabra sean lámpara que ilumina, purifica y guía nuestros pasos en el camino que nos has indicado. Quiero agradecerte, un día más, la luz que siempre me regala tu Evangelio. Intento durante  la jornada, manifestar lo mejor que pueda, el rostro del Padre. Te pido me envíes la fuerza de tu Espíritu para que haga de mí otro Cristo.

Danos tu amor y gracia que eso nos basta. Amén. PAZ Y BIEN.

Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.