Dominga Pagola, venezolana radicada en Trinidad y Tobago, se ha visto impedida de recibir donación de sangre debido a políticas administrativas restrictivas que impone el gobierno de ese país, aseguran sus familiares en la isla.
María Romero, hija de Pagola, aseguró que hay venezolanos dispuestos a donar sangre, pero han sido impedidos por los trabajadores sanitarios del hospital general de San Fernando en cumplimiento de normas legales.
Romero cuestiona que las leyes estén por encima de la condición humana, y por encima de la vida misma.
Parte de las exigencias incluye presentar un pasaporte vigente que muestre una fecha de entrada sellada. Además, los donantes deben superar los tres años de residencia legal en Trinidad, y disponer de una tarjeta de registro.
La hija de Pagola ha dicho que los venezolanos que han manifestado su disposición a donar sangre no cumplen con los requisitos exigidos.
Ante este panorama, no descartan apurar el retorno de Dominga Pagola a Venezuela con el apoyo de la embajada venezolana en Puerto España, Trinidad y Tobago.
Para el retorno de Pagola, los familiares esperan que, al menos, sea atendida hasta estar en condición de viajar.
El cáncer
A Dominga se le diagnosticó cáncer de útero en octubre de 2020, y su condición ha venido empeorando.
En estos momentos «tiene fiebre alta y su vista se está deteriorando. Necesita un trato especial. Es una situación delicada. Los fibromas le están haciendo perder mucha sangre», informó María Romero.
Una operación serviría para detener el sangrado y en un centro privado de salud ha sido cotizada en 8.000 dólares, un monto que para Pagola y su reducido núcleo familiar radicado en Trinidad es imposible de pagar.
Ante la urgente atención que amerita Dominga, amigos y familiares han lazado una campaña a través de la plataforma GoFundMe desde el 4 de febrero. La meta es recaudar 10.000 dólares y hasta este 25 de febrero se ha recabado 300 dólares.
Dominga Pagola, profesora en Venezuela
Dominga Pagola residía en Tucupita, capital del estado Delta Amacuro, antes de huir de la grave crisis humanitaria en Venezuela.
Durante años fue una influencia positiva para varias generaciones de deltanos que pasaron por las aulas de la escuela granja artesanal Tucupita, escuela técnica agropecuaria Robinsoniana Francisco de Miranda, liceo Bolivariano Aníbal Rojas Pérez, y el ciclo diversificado Néstor Luis Pérez.
Generaciones de deltanos la conocen como la «profe de biología». Efectivamente, durante sus años de servicio a disposición de la educación en Delta Amacuro, se dedicó a ser profesora de este área, aunque también ejerció como profesora de Química.
Después de años de servicio, dejar su juventud y la mitad de su vida impregnada entre papeles y paredes de un salón, Venezuela la devolvió a casa jubilada y sumida a una vida crítica y pobreza extrema.
Como muchos venezolanos, la profesora de biología huyó de la crisis. Ahora Trinidad la condena de nuevo a un calvario con un pronóstico reservado.