Robert Rodríguez, sacerdote jesuita y director del Centro Gumilla, aseguró que los problemas cotidianos, al interrelacionarse con varias dimensiones, ameritan ser afrontados de manera multidimensional para resolverse, y eso solo es posible a través de alianzas. 

“Nos unimos y nos articulamos en este momento porque los desafíos que nos plantea el país y que nos plantean nuestros problemas comunitarios y familiares, necesitan el apoyo y las capacidades que están en diversos actores”, expresó el padre Rodríguez durante una entrevista en el programa De Primera Mano de Radio Fe y Alegría Noticias

Destacó que en este momento las alianzas en Venezuela no solo se tratan de una estrategia, sino de una necesidad imperante en la sociedad.

A su juicio, las alianzas efectivas van más allá de la simple asociación, involucrando una cosmovisión compartida, una estrategia de actuación, así como una organización y estructuración metódica a fin de resolver situaciones de manera eficiente, ahorrando recursos y potenciando el talento humano.

En este sentido, hizo hincapié en la importancia del discernimiento y la racionalidad para establecer lazos productivos, superando estereotipos negativos y promoviendo relaciones basadas en la confianza y valores éticos.

No cualquier vinculación nos inspira y es productiva. Entonces, amerita la astucia, el discernimiento y la racionalidad inteligente para ver con quién sí y con quien no”, sostuvo. 

Según el sacerdote, en el Caribe las alianzas exitosas se fundamentan en vínculos relacionales sólidos, lazos sociales arraigados, y una conexión basada en la confianza, la simpatía y la empatía. 

Por ello, resaltó que su construcción debe ser a través de relaciones interpersonales, donde la palabra y la acción de los actores involucrados llevan consigo peso, respeto, reconocimiento y autoridad, olvidándose de cualquier ideología u otras diferencias que se puedan tener.

Confianza intergeneracional 

Por otro lado, el padre Rodríguez cuestionó la percepción predominante de que los jóvenes están completamente moldeados por el mundo digital, argumentando que si bien el internet y la tecnología digital son una parte fundamental en sus vidas, no constituyen la totalidad del entorno que influye en su desarrollo personal y social.

“Aún así tienen dinámicas presenciales de estudio, de trabajo, la relación con la novia, con los amigos, las otras actividades deportivas o culturales que hacen (…) Esa generación que se nos ha ido constituyendo aunque tiene una prevalencia en lo digital también interactúa transversalmente con otras dinámicas de vida”, afirmó Rodríguez.

A su vez, resaltó el valor del capital digital que poseen las nuevas generaciones, recordando que esto beneficia a las familias, comunidades e incluso instituciones religiosas. 

Indicó que el lenguaje y las habilidades digitales de los jóvenes les permiten articularse y participar activamente en espacios de inclusión y participación.

Incluso durante la pandemia fueron fundamentales al ayudar a las parroquias a adaptarse al mundo digital, no solo proporcionando habilidades técnicas, sino también motivación y convicción para seguir adelante.

Para romper con las diferencias intergeneracionales instó al encuentro directo entre las generaciones mayores y menores, donde los jóvenes se presentan como educadores y aliados, generando un intercambio de aprendizaje mutuo. 

En cuanto a la construcción de la confianza, recomendó tener una motivación genuina, comunicar con verdad y actuar con bondad en busca del bienestar mutuo. 

“El reto y el desafío de construir confianza radica en sentarse a la mesa con aquellos que pueden ser vistos como adversarios”, concluyó. 

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