Por estos días ha sido el centro de la noticia en Venezuela el tema del Esequibo. Numerosos acontecimientos han estado ocurriendo en torno a ese territorio de aproximadamente 150.000 kilómetros cuadrados disputado por Venezuela y Guyana desde hace mucho más de un siglo.
Las licitaciones internacionales que ha impulsado el gobierno de Georgetown para explorar y explotar petróleo en una zona marítima que se ubica en las cercanías de la extensión de mar territorial que proyecta el Esequibo han sido el centro del resurgimiento de la polémica bilateral que implica intereses geopolíticos de amplio espectro.
Sumado a ello, el anuncio de las autoridades venezolanas de convocar un referéndum consultivo sobre el tema le ha dado un ingrediente muy sustancioso a un país que no está “tan interesado” por desconocimiento o por desinterés.
Esta consulta, impulsada por el gobierno de Nicolás Maduro, rápidamente ha ocupado un espacio central en la maquinaria institucional venezolana.
No obstante, en paralelo y desde hace varios meses, buena parte de la oposición venezolana ha venido impulsando la celebración de un proceso de elección primaria para escoger un abanderado que sería el representante del variopinto planeta opositor para las elecciones presidenciales de 2024.
Sin embargo, desde la maquinaria institucional del Estado se intenta poner todo tipo de trabas a la primaria para que no se realice usando la posverdad para posicionar que es la misma oposición la quiere implosionarla.
Vale decir entonces que aquella máxima constitucional que define a nuestra democracia como “protagónica y participativa” tiene claramente un sesgo demasiado partidista y unilateral.
Con prácticas de este tenor, se va destruyendo nuestra identidad nacional, con lo cual, evidentemente se deteriora también nuestra fuerza política y diplomática como República independiente que defiende sus intereses geopolíticos de larga data en relación al Esequibo. La identidad nacional será clave en las décadas por venir.
Guyana ha sido hasta ahora un país relativamente débil en la escena internacional y particularmente latinoamericana y caribeña, pero con su producción petrolera que va en continuo aumento (ya por los 400.000 barriles por día) y una población relativamente pequeña (unos 800.000 habitantes) sus ingresos le darán un amplio margen de maniobra financiero que podría ser utilizado perfectamente como herramienta geopolítica y diplomática, al igual que la usó Venezuela.
En tal sentido, la Comunidad del Caribe (Caricom) será mucho más fácil que se alinee sin miramientos a Guyana ahora que allí habrá mucho petróleo.
La identidad nacional se construye con consensos, con pluralismo político, con multipolaridad, con democracia, facilitando la participación de todos los factores políticos. En este sentido, nuestras fuerzas armadas tienen un destacado rol en su reconstrucción afianzando los valores esenciales de la venezolanidad, por encima de intereses ideológicos sembrados desde el exterior como forma de adoctrinamiento y actuación en temas que le conciernen a todo el país, no solo al gobierno de turno.
La defensa del Esequibo pasa por la unión nacional. Pasa por el estímulo a la participación, pero de todas y todos, no solo de lo que conviene al gobierno. El interés de la nación no puede ser dirigido “interesadamente” usando la desinformación como arma letal.
Es válida la propuesta del referéndum consultivo sobre el Esequibo, pero también es válida la consulta primaria del planeta opositor. No podemos ser demócratas cuando nos conviene solamente. No podemos pedir al mundo multipolaridad en la ONU y en todos los organismos multilaterales, cuando a lo interno nos da escozor permitir el pluralismo político o la multipolaridad de tendencias.
Piero Trepiccione es politólogo y Coordinador del Centro Gumilla en el estado Lara. @polis360
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