“Maestra, aunque pasemos a bachillerato, nosotros queremos seguir siendo de la Patrulla Escolar el próximo año. ¿Podemos?”. Esto fue lo que unos alumnos de la Escuela “Ana Soto” de Fe y Alegría, en Barquisimeto, dijeron a su maestra al terminar su 6to grado. Y esta experiencia de educación ciudadana y de escuela comunidad, que expusieron en el Encuentro de saberes y sabores hace una semana, las escuelas de Fe y Alegría de Lara, me conmovió y la comparto.

La escuela había decidido reactivar la Patrulla escolar, con alumnos de 4to, 5to y 6to grado. Después que dieron la formación inicial, fue llamativo el comentario de algunos niños: “¿Y las gorras y las pistolas?”. Esa es la imagen de los uniformados que tienen los niños. Se les aclaró que no habrían ni gorras ni pistolas, que de lo que se trataba era de promover el cuidado para que los alumnos pasaran la calle sin riesgo de ser atropellados, se trataba de enseñar a los choferes de autos, motorizados y ciclistas, a respetar ese paso de los alumnos a la hora de entrada y a la hora de salida.  

Contó la docente que al principio los choferes se quejaron porque no podían seguir a toda velocidad por la calle, pero se fueron acostumbrando a respetar las indicaciones de la patrulla para el paso de los niños. Cuando terminó el año escolar para los chicos, fue cuando los de 6to grado se ofrecieron para seguir siendo de la patrulla el próximo año, y además, como 4to, 5to y 6to están en la mañana y 1ero, 2do y 3do en la tarde. También se ofrecieron de voluntarios para ir al turno de la tarde a cuidar a los pequeños. ¿No es conmovedor y aleccionador? Los niños enseñando a los adultos, de paso.

Los venezolanos solemos decir que nos hemos vuelto agresivos, que sólo velamos por la familia cercana y el modo imperante es “¡Sálvese quien pueda!”; y si bien parte de esto es cierto, también es verdad que, como decía el fundador de Fe y Alegría, el padre José María Vélaz SJ, hay más gente buena que mala, pero los buenos necesitan ser invitados a hacer cosas buenas, hay que brindar oportunidades.

También hay que mencionar aquí algunos datos del equipo de PsicData, de la Escuela de Psicología de la UCAB. Si bien el 81% de los encuestados dicen desconfiar de todo el mundo menos de su familia, también ofrecen este otro dato: de cada 10 personas, 6 están dispuestos a participar en algo, más los pobres que los de sectores medios o altos.

Yo creo que la experiencia de la escuela “Ana Soto”, y las otras experiencias compartidas a final de año escolar del eje de Ciudadanía, y de escuela – comunidad, refuerzan ese dato de PsicoData. ¡Claro, hacen falta las invitaciones atractivas para participar! Hay que hacer análisis de contexto, hay que tener estrategias creativas, hay que tener la dos P: paciencia y perseverancia.

Pero lo importante es que al participar y servir a los demás, al ser solidarios, se enseña y se aprende. Hay que recordar también que las buenas acciones ayudan a generar endorfinas –esas sustancias del organismo que nos hacen sentir mejor, que generan placer– en las personas que las realizan, en las personas que las reciben y en las personas que son testigos de las buenas acciones. Hay investigaciones que lo confirman.

Cuando se ve a otros haciendo cosas buenas, es frecuente que se vayan sumando otras a las mismas, de ser posible.

Entonces, la invitación es a que las escuelas enseñen, promuevan la participación y las acciones solidarias, pero también se puede promover la participación desde las iglesias, desde la sociedad civil. La educación ciudadana, la que enseña que hay derechos y deberes y busca la construcción el “Bien común”, el bien del otro y el mío, la “Buena política”, esa de la que habla el papa Francisco en su Encíclica Fratelli Tutti, es necesaria y se puede comenzar a trabajar por ella desde la infancia. Todos estamos llamados a participar y a ser solidarios por el bien de los demás y por nuestro propio bien.

En víspera del día de San Ignacio de Loyola, que se celebra el 31 de julio, es bueno recordar el lema “En todo amar y servir”, y verlo no como un “sacrificio” sino como una actitud que nos ayuda a vivir mejor. Y hoy “amar y servir” al país supone participación en muchas dimensiones. Todos tenemos una posibilidad. ¡Anímese usted también!

Luisa Pernalete es profesora e integrante del Centro de Formación e Investigación de Fe y Alegría y de la Red de Convivencia y Ciudadanía. @luisaconpaz

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