La relación entre España y Argelia ha sufrido un frenazo brusco como protesta por el giro dado por el gobierno de Pedro Sánchez en su postura sobre el Sáhara Occidental a favor de los intereses de Marruecos.
La decisión adoptada este martes 7 de junio por el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, ya ha tenido como primera consecuencia la congelación del comercio exterior de productos y servicios.
Algunos antecedentes
Hasta el pasado año, Argelia era el principal suministrador de gas natural a España, liderazgo que ha asumido Estados Unidos en el primer cuatrimestre de 2022.
Según el Ministerio de Asuntos Exteriores, existen casi 300 proyectos hispano-argelinos en sectores como del petróleo, con Repsol y Cepsa, la construcción, las infraestructuras, el agroalimentario o el farmacéutico, con la incógnita de cómo les va a impactar la crisis política.
Pero también han tenido relevancia otros asuntos como la colaboración en materia de control migratorio y la lucha contra el terrorismo y el diálogo para tratar de resolver el conflicto saharaui.
La inmigración
El otro aspecto que más incertidumbre genera en la nueva etapa entre España y Argelia es el de la inmigración.
Puesto que la ruta mediterránea de llegada de irregulares es la otra gran entrada junto a la de Canarias.
Por el momento, Argelia mantiene su acuerdo con España para repatriar irregulares procedentes de su territorio.
La cooperación para frenar el terrorismo yihadista radical ha sido otra de las patas sobre las que se ha asentado la relación entre ambos países.
Argelia es el gran valedor de las aspiraciones del pueblo saharaui de que se celebre un referéndum de autodeterminación para solucionar el conflicto de la antigua colonia española.
Hasta el cambio de postura impulsado por Sánchez de apoyar la propuesta de autonomía que Marruecos proponer para el Sáhara Occidental, España mantenía el equilibrio entre Rabat y Argel, lo que favorecía la interlocución con ambas partes, ahora rota con la argelina.