El 14 de enero se celebra el Día de la Divina Pastora, una celebración no sólo para los larenses, pues se acerca a Barquisimeto gente de todo el país y es una procesión de las más grandes de América Latina. Muchísima gente caminando junta, sin preguntar quién tiene al lado. Esta movilización debe inspirar a este país necesitado de “caminar juntos”, para enfrentar problemas comunes, para proteger a víctimas de la Emergencia Humanitaria Compleja, para reconstruir el país y hacerlo más humano, fraterno. 

El 14 de enero se celebra el Día de la Divina Pastora, esta será su visita 166. Esa concentración y peregrinación se considera la tercera más grande del mundo, después de la de la Virgen de Guadalupe, en México – sólo concentración – y de la de Fátima – en Portugal –.

La devoción por esta advocación mariana en Barquisimeto tiene sus raíces en 1856, cuando el país estaba azotado por la epidemia del cólera, y el padre Macario Yépez en esa ciudad, a una rogativa, el 14 de enero, para pedir a la Divina Pastora, que cesara la epidemia, que iba cobrando muchas víctimas. El padre ofreció su vida, le pidió a l virgen que él fuera la última víctima del cólera. Macario Yépez murió en junio de 1856, se consideró un milagro de la virgen, y desde entonces, cada 14 de enero feligreses no sólo de Barquisimeto, se concentran para dar gracias a la Divina Pastora por favores recibidos, y pedir por los males que le aquejan.

La virgen permanece en el santuario de Santa Rosa, sale cada 14 de enero. La procesión es realmente impresionante y conmovedora. Muchísima gente caminando junta, con fervor, no hay golpes, ni peleas, nadie mete una zancadilla a otro, no sabes quién tienes al lado, pero igual caminas y respetas. No se corre. En el trayecto se ofrece agua para los participantes. Se llega a la catedral. Hay una ruta conocida, pues. Y en las siguientes semanas, la DP va visitando cada una de las parroquias del municipio. En cada visita hay actividades especiales, todas muy concurridas. A nadie se le paga por ir, a nadie se le obliga.

   Nos parece que esta movilización, este fervor, es inspirador para un país necesitado de “caminar juntos”, de abandonar el modo “¡sálvese quien pueda!”, que no salva a nadie. El aislamiento profundiza los sufrimientos de la mayoría de la población.

Venezuela lleva varios años padeciendo una Emergencia Humanitaria Compleja: desnutrición, malos o inexistentes servicios, salud y educación en emergencia, soledad de ancianos y niños, aumento de suicidios… Usted añada lo que está sufriendo.

Necesitamos “caminar juntos”, ponernos de acuerdo, respetando al que está en nuestro entorno, con rutas conocidas y comunes: educación inclusiva y de calidad para todos los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, salarios decentes sobre todo para trabajadores de la salud y de la educación, pensiones dignas, servicios públicos que lleguen a todos, cuidado de la “Casa común”, alimentación para los niños y niñas,  reducción y erradicación de la violencia de todo tipo, prevención de desastres, honestidad en los servidores públicos, Constitución y más Constitución, crecimiento en ciudadanía – deberes cumplidos y derechos defendidos,  construcción del “Bien común” -… Añada que también lo que desea para usted y para el país.   

Y volviendo a la festividad de la Divina Pastora y lo que nos inspira, la participación amplia de personas de todos los estratos sociales, y de todas las edades, no sólo en las concentraciones y en la procesión central, sino también la preparación, son indicadores de la disposición a participar de la población cuando cree en lo que hace, cuando tiene confianza. Insisto, a nadie se le obliga ni se le paga por ir a las misas en Santa Rosa en el novenario, ni el 14, ni en las visitas a las parroquias.

Finalizamos, recordando unas líneas del Himno de la Divina Pastora: Tú eres Madre, divino consuelo/ del que lleva en el alma pesar” – los venezolanos tenemos pesares y necesitamos consuelo. Y esta otra: Danos Virgen, la paz anhelada… Necesitamos paz en nuestra Venezuela y en el mundo. Que la Divina Pastora nos ayude a caminar por el bien de todos.

Luisa Pernalete es miembro del Centro de Formación e Investigación Padre Joaquín de Fe y Alegría

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