El vaso medio lleno

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Foto: Archivo.

Son las 8.30 de la mañana y con mi bastón de rastreo me guío para ingresar al vagón del Metro de Caracas, en la estación Rinconada de la Línea 3.  Llego: los empujones y gritos se hacen presente, como ocurre con frecuencia. Logro subir y escucho sorprendido que una muchacha llama desesperada a un ciudadano que viajaba en el tren y se acababa de bajar; decía una y otra vez: “llamen al señor de la camisa negra, díganle que se regrese”.

El individuo escuchó y al retornar al vagón, ante la sorpresa de todos, la joven le hizo entrega de su bolsa con alimentos que había dejado olvidada al lado de la silla. Afortunadamente, así somos gran parte de los venezolanos: solidarios, respetuosos de la propiedad ajena, colaboradores con los adultos de la tercera edad, cariñosos con los niños y en general con los conciudadanos, constructores de paz; promotores del buen ejemplo de vida.

El apagón y las buenas acciones

El de marzo de 2019 estalló en Venezuela una nefasta crisis eléctrica. Según Nicolás Maduro era “Ataques electromagnéticos criminales”; ataques o no, lo cierto es que impidió el suministro de la energía en todo el país.

Frente a dicho panorama, surgieron las buenas acciones de parte de algunos empresarios y particulares que permitían establecer puntos para calentar teteros, preparar alimentos, cargar baterías de celulares o acceso a internet.

Estas acciones contradecían la idea que muchos intentan construir desde las redes sociales, de que Venezuela ya no es como antes.

En los últimos tiempos, Venezuela vive un proceso complejo en el cual los valores socio-culturales se han visto afectados fuertemente. En muchos casos, las redes sociales terminan jugando un papel fundamental en la deconstrucción de las estructuras de la sociedad venezolana, construyendo matrices de opinión negativas de nuestro país. Con frecuencia se vende la idea de que estamos muchos más complicados de lo que realmente estamos; siempre es normal escuchar: “aquí se perdieron los valores, esta juventud no sirve para nada, nadie ayuda a otro, todo el mundo ve solo por si mismo”.

A pesar de todo

No se trata de ver lo que no existe: un país perfecto; pero se puede ver las cosas positivas, sin olvidar la real crisis de valores, económica y de salud.

A pesar de todos los inconvenientes para desarrollar la vida de forma normal en Venezuela, aún estamos muchos ciudadanos profesionales con toda la intención de sacar al país adelante; no se puede ver el vaso medio lleno solamente. Hay que mirar las cosas buenas que motivadas a las restricciones sociales se desarrollan como un ejemplo de resiliencia, como ya se describió en casos de extrema urgencia, como con el apagón de marzo.

Además, hay múltiples emprendedores que luchan para quedarse en Venezuela y que el país siga surgiendo.

@moisesfquintero