Pueblos indígenas recurren a su medicina ancestral para curarse de la COVID-19

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Referencial/Foto: El Político

Este 9 de agosto se celebra el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. En los países de la región, fundamentalmente de la Amazonía, los embates del Coronavirus también han diezmado la salud y la calidad de vida de los originarios, sobre todo en Venezuela.

Y es que sin fármacos en los ambulatorios en zonas alejadas, sin personal sanitario ni facilidades de transporte, la COVID-19 obligó a los originarios a recurrir a tratamientos no certificados científicamente, pero con acertados resultados prácticos.

La COVID-19 tuvo una barrera natural en los pueblos y comunidades indígenas del mundo a partir del aislamiento en que viven los originarios en sus espacios naturales, lejos de las urbes y el dinamismo diario de las personas.

Esta barrera permitió que los indígenas que no están radicados en una ciudad permanecieran fuera del alcance del Coronavirus, al menos por un tiempo. Pero ante la alta capacidad de contagio, finalmente llegó la enfermedad.

Si bien es cierto que el Coronavirus llegó de forma relativamente tardía, también está causando muertes cuyos datos reales no existen. No hay información cierta o verificable sobre la incidencia de la COVID-19 entre los originarios.

Entre los indígenas es muy extendido el uso de algunos elementos de la naturaleza para combatir ciertas enfermedades, como el asma, una afección respiratoria que puede complicar el cuadro clínico de un paciente con COVID-19.

El asma ha sido tratado desde tiempos no determinados con la manteca de cachama, un producto cuyo origen es el pescado que también le da el nombre. Es de uso delicado y debe contar con la vigilancia de alguien que conozca la medicina aborigen.

Es un tratamiento efectivo demostrado durante décadas y ya que el Coronavirus produce, entre otros síntomas, dificultad respiratoria, la manteca de cachama ha sido usado para tratar este síntoma.

Realmente no existe un estudio científico que demuestre la efectividad de la manteca de cachama, ni cómo actúa. Tampoco existen resultados científicos que certifiquen si los pacientes con dificultad respiratoria que fueron tratados con la manteca de cachama tenían el Coronavirus.

Lo cierto es que una cantidad de personas ha superado afecciones con síntomas similares a los de la COVID-19.

El otro síntoma muy claro que provoca la COVID-19 es la fiebre alta y en la selva no existen fármacos elaborados en laboratorios. Los pocos ambulatorios en zonas indígenas funcionan con severas limitaciones.

En algunos casos, el baño en afluentes naturales ha sido parte del tratamiento contra la fiebre. En los casos más complejos, acuden al agua de la fibra de la palma de moriche hervida, un tratamiento extraordinario para bajar la temperatura del cuerpo. Según los ancianos, es un tratamiento con mayor riesgo y por tanto su uso no es recomendado para todos casos.

Para ser tratado con el agua de la fibra de la palma de moriche, la persona no debe estar débil y su edad no debe superar los 50 años. Tampoco es recomendado para personas menores de 14 años.

Ambulatorios sin fármacos

En los espacios donde viven los originarios no hay un centro médico en cada comunidad, lo cual es comprensible debido a su ubicación en zonas selváticas o en su defecto, muy alejadas donde arribar implica varias horas de viaje y grandes esfuerzos logísticos.

Pese a ello, como la salud es un derecho, el Estado está en la obligación de garantizar la atención médica y este esfuerzo gubernamental ha sido insuficiente. Así lo ha denunciado la ONG de derechos humanos Provea en más reciente informe.

Aunque el estudio de la organización refiere la grave crisis sanitaria en el estado Amazonas, la realidad se asemeja a lo ocurre en los estados con población indígena en espacios aislados.

Ellos viven entre la falta de personal de salud, estructuras o ambulatorios abandonados, inexistente de medicinas e insumos y hasta la falta total de material logístico que garantice respuestas ante situaciones de emergencia.

Sin combustible, sin ambulancias, sin motores fuera de borda o vehículos para el traslado de pacientes, una complicación de un cuadro clínico es lo más cercano a la muerte casi de manera segura.