«Si se va la luz, se daña el merengue»

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«¿Por qué tardas tanto? Eso tenía que estar listo para las 9:00 de la mañana«. Ese mensaje que recibió Ruth esa mañana del 28 de mayo de 2020, no hizo más que sumar otro poquito de estrés a su complicada cabeza.

Era el tercer apagón del día y el reloj apenas marcaba las 10:30, tenía toda una tarde de apagones por delante.

Ruth es una joven venezolana que encontró en Internet una alternativa para enfrentar la severa crisis económica que vive la nación. Además de su empleo regular, ella diseña y mantiene sitios web para emprendedores y pequeñas empresas, además de reparar equipos de computación.

El problema es que sus clientes no ven como relevante que en su casa, en el sector Pariapán en de San Juan de los Morros, se vaya la luz entre 3 y 7 veces al día.

«Una ida de luz prácticamente me deja sin trabajo. Más del 90% de las cosas que hago en mi área dependen de una computadora prendida y conectada a Internet. Cuando se va tanto la luz, pierdo el trabajo en los equipos que estoy configurando, los cambios en los diseños que debo entregar… A veces los cortes han llegado a dañar el sistema operativo y las aplicaciones de mi propia computadora», cuenta.

Ruth tiene una hija pequeña y vive con sus padres, cuyo negocio familiar debió cerrar sus puertas temporalmente a causa de la cuarentena. Sin el apoyo extra de ese ingreso, quedarse parada no es una opción.

Los retrasos no sólo significan el riesgo de perder ese ingreso en particular, sino la posibilidad de que ese cliente ya no vuelva a contratarla.

«Es difícil explicarles que en ocasiones paso horas sin servicio eléctrico, o que cuando hay servicio, los constantes bajones apagan los equipos y me obligan a volver a empezar. Son clientes, en ocasiones no entienden de excusas», expresó.

Mientras se desahogaba, miraba en la pantalla un mensaje que decía que la instalación de Windows se había interrumpido y debía ser reiniciada; una pila de computadores esperaba su turno de ser reparados en el suelo.

El sector Pariapán está conectado al circuito 3 de la línea Santa Marta – Camatagua de Corpoelec, que alimenta también a La Morera, 14 de Marzo, El Mahomo, Valle Verde, San Nicolás, El Jobo, La Victoria, Camoruquito, la Lagunita, Los Aguacates, San José, entre otros.

«Ayer se fue la luz siete veces, sin contar los bajones. Es desesperante», exclamó Ruth.

Se pierden el merengue y los materiales

Elizabeth, una joven mamá de 29 años, trabaja con repostería y diseño gráfico. Ella vive en La Morera, uno de los sectores afectados por las constantes fallas.

Elizabeth explica que en la repostería, una falla eléctrica puede resultar catastrófica, pues hay procesos que si se interrumpen, se pierden.

Tal es el caso del «merengue», una mezcla de huevos y azúcar caramelizada que se bate para conseguir una sustancia espumosa y suave que se usa para decorar tortas.

«Tienes que derretir el azúcar al fuego, luego ponerla con las claras de los huevos en un recipiente y batir con la batidora. Si se va la luz mientras bates, la mezcla no levanta y cuando se enfría, se daña. Si se va antes de batir, el caramelo se solidifica y ya no lo puedes usar», cuenta.

La cantidad mínima de merengue necesaria para un trabajo requiere 250 gramos de azúcar y dos huevos. En una bodega cercana, cada huevo cuesta 30 mil bolívares y un par de tetas de 160 gramos de azúcar cuestan 120 mil. La torta decorada más pequeña de Elizabeth tiene un costo de 585 mil bolívares: «un apagón cuesta, si pierdo un merengue pierdo dinero», explica.

Además, relata que en más de una ocasión ha tenido que hacer eso, desechar una mezcla dañada durante un apagón y volver a empezar.

De hecho, para el momento de hablar con ella, esa mañana del 28 de mayo, estaba sentada en el comedor con todo puesto sobre la mesa, esperando el momento en que se restableciera el servicio eléctrico para ponerse al día.

«Esto ya estaría listo, pero se ha ido la luz tantas veces que tengo todo atrasado. Tengo que hacer dos tortas, unos suspiros y una pancarta. Esa la diseño en la computadora, pero tampoco prende sin luz», lamentó.

Al intentar conversar con algunos empleados de la empresa Corpoelec en San Juan de los Morros, éstos se negaron a dar detalles por temor a represalias. Sin embargo, uno de ellos se atrevió a mencionar que la falta de mantenimiento e inversión en la red eléctrica nacional es la causante de los constantes apagones.

«Cuando el sistema se recalienta o se moja, todo falla. Además, la sobrecarga del circuito agrava el problema, hay mucha gente y poca generación», señaló.

A falta de respuestas oficiales, sólo queda el lamento y la resignación de los vecinos, que llevan más de cinco años entre un apagón y otro.

En casa de Elizabeth de pronto no hubo más palabras, llegó la luz y se acabó la entrevista. En seguida, el silencio en la casa fue sustituido por el sonido del motor de la batidora y de sus aspas raspando el fondo de la taza plástica para mezclar el merengue.