¿Cómo es vivir en la penumbra?

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Foto: Radio Fe y Alegría Noticias

Para todos es sabido el mal estado de los servicios básicos en nuestro país; todos los días escucho vecinos y amigos quejándose de la falta de gas, de agua, gasolina, electricidad o internet.

Atrás quedaron las quejas, a mi criterio, de la escasez de alimentos, entre otras cosas, porque lo que escasea es un sueldo digno con capacidad de cubrir la canasta básica. Todos los días entro en las noticias de diferentes portales esperando leer algo distinto, algo que me haga pensar que en algún momento esta situación va a cambiar pero, ¿saben qué? Siempre leo lo mismo, pareciera que los medios electrónicos se compartieran la información entre ellos.

Toda esta carreta, diría el colombiano, término que uso por ser un sujeto de frontera para contarles cómo es vivir en estos territorios con todas las situaciones antes descritas, sobre todo para aquellos que dependemos del mal llamado tele trabajo, que yo más bien bauticé ‘casatrabajo’ porque además de los oficios del hogar, se deben atender las obligaciones laborales.

Les cuento, en un apartado rincón del universo en Venezuela por el estado Táchira, existe un pueblo por demás hermoso, llamado Rubio. Allí todos los días vivimos distintas situaciones, una más grave que la otra. Para comenzar, el aseo urbano que cumple sus funciones una vez a la cuaresma; ahora hay un fenómeno que antes no se veía y es que muchos jóvenes, caleteros en otro tiempo en el puente internacional cuando la frontera estaba abierta, pasan por diferentes sectores con su carrucha ofreciéndose a llevarse tu aseo de la casa por unos cuantos pesitos de colaboración. Servicio a domicilio, tremendo.

El agua, si bien es cierto que en nuestro municipio no falla, lo que llega por nuestras tubería me genera suspicacia, por eso no me atrevo a llamarla potable. Esto no solo lo digo yo, sino el 99,9% de los habitantes del barrio. El vital líquido parece en muchas ocasiones, por su color amarillento, a la gasolina traída de Irán.

El gas es un flagelo que nos ha golpeado a todos. En nuestro caso particular, desde hace más de 6 meses no recibimos el servicio porque no hay. Lo curioso es que agentes del concejo comunal pasan por nuestras cosas ofreciendo un plan llamado Guatire que por 25 mil pesos colombianos (equivalentes a 3.500.000 bolívares) te traen el gas directamente de la planta de llenado en Guatire.

Lo más extraño es que Guatire dista a una 15 horas de camino en vehículo, se llevan tu cilindro en la mañana y te lo traen el mismo día. Ni meteoro en sus mejores tiempos podría romper semejante record.

La gasolina, tema tendencia en nuestro país, lo padecemos los rubienses desde hace más de 5 años cuando hacíamos colas hasta de tres días para surtir nuestros tanques. Ahora, ni hablemos. Anuncian gasolina iraní para todo el mundo y en nuestro municipio pareciera que no existimos. Un dato curioso: seguro es porque tenemos el privilegio de tener una estación de servicio en cada barrio. Sí y lo digo con total responsabilidad. Muchas familias (no me pregunten cómo) tienen acceso a la frontera y pueden transportar el tan preciado combustible traído del Departamento Norte de Santander y lo venden en sus casas.

El 90% de los barrios cuenta con ese servicio por tan solo 3.500 pesos el litro (equivalentes a 500 mil bolívares) más el riesgo y peligro que esos depósitos representan.

Por último, mi tema favorito y supongo que el de muchos. En este párrafo les pido hagan un ejercicio, imagínense estar en confinamiento social por poco más de 6 meses, aunado a eso padecer cortes eléctricos por cuatro, ocho, diez y hasta 26 horas todos los días.

Pero no cometamos el error de pensar que es solo por los meses de confinamiento. En el Táchira, incluso desde antes del mega apagón en marzo del año pasado, venimos padeciendo este flagelo, en un estado donde existe una represa que suma al Sistema Eléctrico Nacional desde hace unas cuantas décadas y que hoy está en franca decadencia.

Y la guinda del pastel, en nuestro municipio la electricidad se va por sectores, sin previo aviso y sin dar razones. Lo trágico es que, por ejemplo, en mi barrio cuando hay electricidad, no hay Internet, ni comunicaciones de ninguna operadora porque en el sector donde está la central de comunicaciones no hay electricidad y las baterías de respaldo no funcionan.

La pregunta es, ¿Cómo hacen los que dependen del teletrabajo en esta situación? En mi caso muchas veces me levanto en las madrugadas a procesar información y enviar correo cuando es necesario y descargar los que he recibido para poder avanzar y así no sentirme un inútil de esta sociedad.

Solo espero el día en que no escuche más a mis familiares, amigos y vecino preguntarse ¿Hasta cuándo vamos a soportar esta situación? El título de este artículo en forma de pregunta, ¿Cómo es vivir en la penumbra?, no se refiere solo a la ausencia de energía eléctrica, sino a la ausencia de derechos para vivir con dignidad.

Por Yorman Danilo Galviz