No están fáciles ni claras las cosas en Venezuela. El acuerdo de Barbados ha sido un proceso complejo pero necesario; sin embargo, pareciera, por todas las señales que hemos tenido en estos últimos días, que se ha venido diluyendo en su aplicación. Entonces, habría que preguntarse cómo se puede abordar la situación política en un país que debe realizar elecciones presidenciales este año.
El gobierno de Nicolás Maduro a través del diputado Jorge Rodríguez y la Asamblea Nacional, ha venido adelantando conversaciones de una manera paralela a los actores fundamentales de Barbados, en función de restar “importancia” y “posicionamiento” a la que es considerada como su principal rival electoral, María Corina Machado.
Evidentemente, con una intención de voto que favorece abiertamente esta opción en contra de la anhelada reelección de Maduro Moros, el mantenimiento de la inhabilitación y la promoción de una “legitimidad paralela” es una estrategia de alto calibre para minimizar cualquier incertidumbre para el gobierno que no quiere poner en peligro su control nacional.
Las respuestas
Ahora bien, frente a esta estrategia del Psuv, que no es nueva, por cierto, ¿qué debería hacer la oposición mayoritaria cuyo máximo logro ha sido realizar una elección primaria en octubre de 2023, que se convirtió en un ejercicio épico de participación política en medio de un clima absolutamente hostil en materia institucional y comunicacional?. La respuesta o las respuestas no están claras aún, y posiblemente, sea mejor así de momento.
Uno de los elementos claves que ha utilizado el Psuv a lo largo de su historia es el factor sorpresa. Usado con mucha frecuencia en el mundo militar y conjuntado con “señuelos” y otro tipo de artilugios, cuyo objetivo final es la “desconcertación” del adversario. Estas herramientas buscan “descolocar” a quienes deben tomar decisiones claves y, en consecuencia, cometen errores con mucha facilidad.
En estos años hemos sido testigos de excepción del éxito político que producen estos movimientos muy bien orquestados en múltiples dimensiones. Pero cuidado, ningún gobierno es invencible. La historia está llena de ejemplos por doquier de “errores de cálculo” que terminan desmoronando a estructuras políticas que parecían absolutamente invencibles.
Pero, para que esto sea posible, se requiere estrategia. Y para desarrollarla se necesita “jugar el juego”. Uno de los elementos claves del conflicto político venezolano es que hay multiplicidad de actores en el “terreno de juego” no en Júpiter ni en Urano. Esto hace que la capacidad de orientar las tendencias de opinión pública, puedan ser perfectamente factibles en este tiempo de incertidumbre electoral.
Las rendijas
Por lo tanto, ceder espacios o abstenerse trae consecuencias políticas negativas porque le permite a uno de los actores en disputa, ir cerrando los espacios de participación política que puedan garantizar la alternabilidad en el poder.
Está claro que los actores que controlan el gobierno en Venezuela no quieren abrir los espacios democráticos que permitan garantizar la alternabilidad en el poder, pero con los mecanismos constitucionales y legales existen rendijas jurídicas que, con una estrategia política bien orientada, puede cambiar el rumbo actual del país.
El politólogo John Magdaleno, quien ha estudiado con mucha profundidad el tema de las transiciones políticas en el mundo, y particularmente en América Latina, ha demostrado académicamente que, una de las estrategias más importantes para impulsar cambios, es precisamente, la de “jugar el juego”, es decir, alentando la participación aún en las más duras y complejas circunstancias. Tenemos que escucharlo y aprender de él y de toda la experticia acumulada durante tantos años de “pasos equivocados”. 2024, es un año de oportunidades.
Piero Trepiccione es politólogo y coordinador del Centro Gumilla en el estado Lara | @polis360
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