El padre Alfredo Infante, quien ha dedicado su labor pastoral a la acción social en la parroquia La Vega, expresó al Programa Venezolano de Educación y Acción en Derechos Humanos (Provea) que a casi un mes de la masacre en esta localidad, donde murieron 23 personas, «hay mucho dolor y miedo en los más jóvenes».
«Hay un gran dolor, un luto, hay miedos, especialmente en la población juvenil, de las madres hacia los jóvenes. Hay aprehensión porque ellos (los jóvenes) son objetivos en este tipo de situaciones por parte del Estado porque los ven como delincuentes, y de los otros (las bandas de delincuentes) ven a los jóvenes como un capital humano para sus organizaciones», expresó Infante.
Señaló que ya se va conociendo que muchas de las víctimas de esta tragedia son inocentes, y que no tenían ninguna vinculación con los actores armados.
El padre lamentó profundamente la tragedia ocurrida, pero señala que la situación es producto de unas políticas públicas equivocadas en materia de seguridad, que permitieron que grupos particulares se apropien de territorios, no solo de Caracas, sino del interior del país.
“Lo que pasa en La Vega no es una excepción, es algo que está pasando en el país, producto de una serie de políticas de Estado, que no sé cuántas van, son más de 20, que no son integrales, sino fundamentalmente represivas; y es conocido que la represión no es la vía para restaurar o restablecer el orden, sino que es importante apostar por la educación, la cultura, el deporte, para que niños y jóvenes puedan crecer en espacios seguros, además de que haya empleo, así que hace falta un restablecimiento de la institucionalidad del país”, expresó el sacerdote jesuita.
La Vega es mucho más que violencia
Infante expresó que La Vega es un lugar con una tradición de organización comunitaria muy importante en Caracas. «No es solo un campo de batalla entre fuerzas públicas del Estado y las bandas».
Insistió en que La Vega tiene mucha riqueza humana, a pesar de que en el imaginario se le etiquete de ser una zona violenta.
“Lamentablemente, en el imaginario venezolano, especialmente en el imaginario de la ciudad hacia los barrios, hay como una etiqueta de violencia. Hay que decir que no son solo violencia. Lo otro es mucho más grande pero no tiene gran resonancia”, aseveró.
Para Infante es alarmante que una población civil quede atrapada en medio de un campo de batalla en una zona con una importante densidad poblacional, algo que por lo demás constituye una violación a los DDHH.
Es preocupante el silencio de las autoridades
A juicio del padre Alfredo Infante, es muy preocupante que los organismos con competencia, como la Fiscalía General de la República y la Defensoría del Pueblo hasta el momento no tengan una palabra pública sobre lo sucedido.
“Hasta el miércoles 13 de enero se contaban 23 muertos y dentro de ellos se sabe que hay gente de distintas edades que no estaban vinculados a ninguno de los actores. Ante eso, el fiscal ni el defensor general de la República no tienen una palabra hacia los familiares, hacia las comunidades, cuando como poderes que tienen que estar resguardando la vida de las personas y que los operativos se hagan con el debido proceso”, aseguró Alfredo Infante.
En su opinión, hay muchas cosas que investigar en relación a la masacre, por lo que pide que se trabaje para que salga a relucir la verdad, para que haya justicia y reparación a las familias.