Recientemente dejó el programa radial que condujo durante años y con el que le daba los buenos días a sus oyentes. Reconoce, de hecho, que lo que más extrañará serán las madrugadas llenas de noticias e información, donde conectó con cientos de personas.

Rogelio Suárez es un veterano periodista zuliano que, aunque cree que ha cambiado mucho con el pasar de los años en su profesión, aún mantiene “el espíritu de buscar, indagar, husmear, revisar, meter la nariz donde no me llaman”.

A propósito de husmear, opina que el poder no lo tolera, independientemente de sus colores políticos. “Yo creo que el poder es el poder. Siempre decía que el periodismo es antipoder, porque al fin y al cabo el periodista, si se revisa el código de ética, debe estar a favor de los ciudadanos y las ciudadanas”, sostiene. “Y el poder político, económico, poder religioso, cualquiera, siempre tiene sus macabros pasos para ser conservado por quienes lo detentan”.

Con respecto al avance de la tecnología y la Inteligencia Artificial, no tiene miedo de ser reemplazado en su labor de informar por algún bot, pues “el ser humano va a seguir siendo fundamental”, porque “hay una cosa que nosotros manejamos, que es la magia”.

En esta entrevista para Radio Fe y Alegría Noticias también explica el significado y origen de esa frase que lo acompañó durante tantos años al aire en radio y televisión: “Arrieros somos y en el camino andamos”.

¿De dónde viene el ‘Arrieros somos y en el camino andamos’ y qué significa para ti?

Bueno, esa expresión la escuché por primera vez a un compañero de estudio en bachillerato: Elía Almarza. Posteriormente fuimos amigos, compadres y hermanos de la vida. Él la decía mucho y a mí me causaba eco esa frase. Luego se la escuchaba a los adultos, a familiares y mi papá tenía un negocio, era comerciante, y ahí también escuché la frase.

Para mí significa que todos andamos en esta vida, que la vida es un continuo ir y venir; que la vida es un proceso y que es un trecho que todos llevamos. Todos andamos y a veces estamos bien, a veces estamos mal, a veces estamos divorciados, estamos casados, a veces estamos alegres, a veces estamos tristes.

Eso pues: que todos y todas transitamos por este camino de la vida. ¿Esa frase qué significa para mí? Pues que todos andamos en la vida y que hay que valorar a cada uno y a cada una de los otros seres humanos.

Aunque tiene un significado también como aquella frase que dice: ‘yo te agarro en la bajadita’. Pero no es ese, no es ese para mí el significado. Por lo menos, lo que yo le imprimo es que todos vamos en esta vida y bueno, creo que debemos andar con mucha paciencia, con metas, con proyectos y tratando de ayudar a la gente. Sin hacerle daño a nadie.

Ahora que dejas la radio como medio de comunicación, ¿qué crees que será lo que más extrañarás de ella?

Creo que lo primero que voy a extrañar son mis madrugadas. Yo estuve en Radio Fe y Alegría durante más de 33 años. Diría que el 90 % de ese tiempo trabajé desde muy temprano, desde la madrugada: levantarme temprano, prepararme y salir a la radio. Para luego, en un primer momento, ser reportero de calle. Luego fui conductor de programas de radio. Tuve la dicha de, inclusive, ser director de las radios del Zulia de Fe y Alegría. Y creo que lo primero que voy a extrañar es eso. 

De hecho, ya lo he extrañado desde que dejé la radio: la madrugada caliente, la madrugada de noticias, de información, de opinión.

Lo segundo que voy a extrañar es la audiencia, evidentemente. Los oyentes, como le decimos en la radio, los radioyentes, radio hablantes y radio pensantes. Porque creo que, en definitiva, el centro de la comunicación es la gente, la audiencia, es el público. Estamos para ellos, para servir.

En tercer lugar, a mis compañeros de trabajo y compañeras, quienes muchos de ellos dejaron de ser compañeros de trabajo y se convirtieron en amigos, en amigas, y algunos también en hermanos y hermanas de la vida. Creo que son las cosas que más he extrañado y más extrañaré de mi paso por Radio Fe y Alegría y todo el ejercicio democrático en el que yo pude estar sobre los procesos para definir y decidir cosas. Que es un ejercicio muy interesante y yo en Fe y Alegría lo viví intensamente. Eso lo voy a extrañar. 

¿Te arrepentiste algún día de haber sido periodista o al menos te decepcionaste?

No, no me he arrepentido ni me he decepcionado.

Evidentemente, como todo el mundo que tiene una vida siendo mecánico, docente, abogado, monjas, arquitecto, uno puede decir, o yo, por ejemplo, pude haber dicho: ‘¿Por qué no me metí a comerciante como mi papá y mis tíos, para vivir holgado?

Pero no me arrepiento ni me he decepcionado de ser periodista. Al contrario: creo que ha sido un rico, productivo y satisfactorio ejercicio de esta profesión. Y no, no me he arrepentido o decepcionado. No he tenido mayor crisis al respecto.

¿Alguna vez tuviste miedo de ejercer tu profesión?

Creo que la primera vez que sentí miedo en esta profesión fue cuando era reportero de sucesos. Tuve un caso de un abogado asesinado en Maracaibo, que fue designado como registrador de tierra. Me hicieron llegar el expediente y comencé a investigar, porque la gente me estaba preguntando por qué lo habían asesinado. Me involucré mucho en ese caso.

Recuerdo que una vez, saliendo de una rueda de prensa y yendo hacia el vehículo, en lo que hoy es el Cicpc, antiguamente conocida como la PTJ, se detuvo un carro al lado de la PTJ. Bajaron los vidrios y eran dos PTJ que ya había visto ahí. Uno de ellos me dijo: ‘Tú eres Rogelio Suárez’. El funcionario me advirtió: ‘Mira, no le estés metiendo mordiscos a la luna. Te lo advierto’. Subieron los vidrios y se fueron. En ese momento tuve temor, porque evidentemente sabía por dónde venían los tiros. Eso me sucedió en el ámbito de sucesos.

En otros casos, cuando me tocó cubrir mucho el tema de la cárcel nacional de Sabaneta, también tuve algo de temor. Y en el ámbito político, evidentemente, uno no deja de recibir mensajes, no tanto amenazas, sino de intimidación. Sí he tenido temores en varias ocasiones, sobre todo en esas dos fuentes: sucesos y política. 

En este país, en este momento, estoy más alerta ante ese tipo de mensajes que llegan por texto, WhatsApp, Telegram o por mensajeros. Yo, por lo menos, he aprendido a captarlos.

¿Cuánta diferencia crees que haya entre el joven periodista Rogelio y este de ahora mucho más veterano?

Hay mucha diferencia entre el viejo periodista Rogelio y el de ahora. Pero creo que el espíritu de buscar, indagar, husmear, revisar, meter la nariz donde no me llaman, se mantiene, afortunadamente. 

Sí, creo que hay diferencias porque uno va creciendo, dejando detrás ingenuidades. No ingenuidades porque uno sea joven o no, sino porque va armando, construyendo los escenarios. Uno se da cuenta de que la realidad es más compleja de lo que uno cree, muchísimo más compleja de lo que uno quiere. Esa, básicamente, creo que es la diferencia: uno va armando.

Sobre todo, al ser periodista en una ciudad como Maracaibo, uno se da cuenta de las fuentes, especialmente en la política. Uno tiene un background de mucha gente. Uno va viendo cosas y va armando o reconstruyendo escenarios y contexto. Esas, creo, son las diferencias. 

Pero en el fondo, sigo siendo el periodista que intenta ir más allá de esa punta del iceberg

Llevas años haciendo periodismo, pero: ¿qué tipo de periodismo consumes?

En Venezuela hay poca alternativa. Consumo lo que hay. Intento revisar portales web de noticias como Efecto Cocuyo, Runrunes, El Estímulo, Prodavinci; esos tipos de portales que han nacido en este país. Porque ya no hay periódicos impresos, que yo consumía mucho. 

Ahí intento buscar portales que me den el quién, cómo, cuándo, dónde y que vaya un poquito más allá de la información. 

También consumo mucho periodismo de Colombia. Creo que en Colombia se hace un periodismo de alta calidad. Nací y crecí en la radio de Maracaibo escuchando RCN, la cadena de radio de Colombia. Escuchábamos en la mañana, teníamos un equipo de tres en uno, que era un radiograbador y cassette, para poner el disco de pasta. Ahí copiamos RCN y nací escuchando mucha radio colombiana.

Profesionalmente, me formé y consumí muchos portales, periódicos y radio, sobre todo de Colombia. Es el periodismo que consumo y también chequeo un poco cómo va la situación en América Latina, también a través de redes sociales ahora.

¿Qué ha significado para ti el avance de las nuevas plataformas comunicacionales? Porque sin duda no se hace periodismo en la actualidad, como hace unos tantos años atrás…

Ha significado una cosa sumamente impactante. 

Yo empecé en esto a finales de los años 80, haciendo un periódico vecinal con unas prensas y unas tintas. Nos manchamos para hacerlo en el barrio. Luego me junté con varios compañeros y formamos un equipo para hacer periódicos vecinales. Al principio, utilizábamos cosas de madera y prensas, y no podíamos evitar mancharnos con tinta negra. Después, empezamos a utilizar stencils. Desde esa época hasta ahora, ha habido muchos cambios en este oficio.

Actualmente, ha cambiado muchísimo en cuanto al tema de las plataformas comunicacionales. Todo el tema de la información y la comunicación ha tenido un gran impacto. Hay que adaptarse a estas nuevas plataformas y estar preparado. Por ejemplo, yo siempre trato de tener libros sobre tecnologías de la comunicación y formación en las plataformas comunicacionales cerca de mi cama y en mi escritorio para estar leyendo y aprender. Ha significado un impacto tremendo, porque hay que adaptarse a estas nuevas formas de comunicación. 

Aunque al fin y al cabo, el periodismo sigue siendo periodismo, ya sea realizado con stencils o a través de Twitter, Instagram, Facebook y cualquier otra plataforma que pueda surgir en el futuro cercano. Ha habido muchos cambios, mucho más de lo que puedo expresar.

Ante el avance de la tecnología y la Inteligencia Artificial, que al parecer pone en riesgo tantos empleos en el mundo, ¿crees que el humano deje de ser indispensable para informar?

Yo creo que no. El ser humano va a seguir siendo indispensable para informar, para opinar, para interpretar, para profundizar, para investigar, para hacer periodismo. Evidentemente, todo este boom de la inteligencia artificial nos está arropando, pero hay que revisar muy bien; descifrar qué es lo que nos sirve de esto.

Pero yo creo que el humano va a seguir siendo importante en este proceso de la comunicación, de la información, de la opinión, de la interpretación, de la investigación. Porque bueno, es el toque de lo que nos hace humanos. 

De verdad, uno lee las cosas de la inteligencia artificial, notas redactadas por una máquina, o todo este movimiento que hay ahora del Chat GPT y todas esas cosas de la inteligencia, y es impresionante. Es impresionante, pero creo que el ser humano va a seguir siendo fundamental. Porque bueno, hay una cosa que nosotros manejamos, que es la magia.

Estoy pensando, por ejemplo, ahorita en ‘Cien Años de Soledad’ de García Márquez, en ‘La Ciudad de los Perros’ de Vargas Llosa, en ‘El Túnel’ de Ernesto Sábato. En esas novelas, cuentos, notas periodísticas, ensayos que han hecho seres humanos, genios y otros que no somos tan genios, pero que le damos el toque humano a los contenidos. Yo creo que vamos a seguir siendo importantes en el proceso de la información, de la comunicación, del ser humano. 

Estuviste ejerciendo durante varios gobiernos, tanto nacionales, como regionales y municipales. Más allá de las características particulares, ¿crees que exista una gran diferencia entre un gobierno y otro, un partido político y otro, un líder y otro? ¿O al final el poder en sí se parece más de lo que algunos están dispuestos a creer? 

Empecé a hacer periodismo a finales de los 80 y hay diferencia entre eso, que duraría, digamos, 2005 más o menos, 2006 o 2007, cuando las cosas en este país empezaron a cambiar.

Empezó a cambiar, por ejemplo, porque uno iba a una dependencia del Cicpc, una dependencia gubernamental, y el funcionario te daba información. Hoy en día todo está centralizado. No hay acceso a la fuente de la información.

Hay una diferencia entre los gobiernos de antes de la llegada al poder de Hugo Chávez y después de la llegada al poder de Chávez y Maduro. Es evidente que hay diferencia en cuanto a la posibilidad de ejercer el periodismo.

Nunca hubo una Ley de Acceso a la Información, pero antes había más posibilidades. Hoy en día cuesta mucho.

Yo creo que el poder es el poder. Siempre decía que el periodismo es antipoder, porque al fin y al cabo el periodista, si se revisa el código de ética, debe estar a favor de los ciudadanos y las ciudadanas; a favor de la democracia, a favor de los valores éticos, a favor de la ciudadanía. Y el poder político, económico, poder religioso, cualquiera, siempre tiene sus macabros pasos para ser conservado por quienes lo detentan.

Entonces si hay diferencia en cuanto al ejercicio del periodismo, sobre todo con este gobierno de Nicolás Maduro, que es más difícil, incluso en oportunidades peligroso.

Pero el poder si se parece en ese sentido, porque intenta evitar que el periodismo no haga su trabajo, que no revele escenarios, noticias o información.  

A ningún poder le gusta que lo estén husmeando, investigando, revisando, chequeando, preguntando o fastidiando. Pensemos, por ejemplo, en el poder que tiene un papá, una mamá, un cura, un político o el poder que tiene la maestra. Cuando uno cuestiona a quienes tienen poder, no gusta.

En el fondo, a cualquier político o líder no le gusta que lo estén chequeando. Al final si pareciera que es un trabajo de periodismo incómodo; incómodo porque toca hacer y cumplir ese rol de intentar buscar o construir la realidad. No me gusta mucho hablar de la verdad porque buscar la verdad es ambicioso. Pero sí de construir realidades. 

Pero insisto: si hay diferencia en cuanto a lo de antes con lo de ahora.

¿Qué significa para ti haber sido parte de Radio Fe y Alegría durante todos estos años?

Significó un privilegio, una inmensa alegría y mi aporte al país.

Significó un privilegio porque yo comencé en una red de Radio Fe y Alegría que eran tres emisoras y hoy en día es una red con más de 20 emisoras. Un privilegio porque logré formar parte de un equipo de trabajo que soñó, trabajó, actuó y logró hechos. Eso, vuelvo a insistir, ha sido un privilegio.

Logré trabajar con equipos de trabajo donde la pasión ha sido fundamental y cuando uno trabaja con pasión, te da mucha alegría, porque prácticamente no es trabajo: se convierte, en mi caso, en un estilo de vida, en una opción de vida. En un proceso de inmensa alegría.

Trabajé en Fe y Alegría con mucha mucha alegría, que te da la esperanza al hacer; que te da el construir con gente, con compañeros, con hermanos de vida; construir en base a proyectos.

Ha significado un aporte al país, no solamente por la radio, sino por Fe y Alegría en general, que es una propuesta, una plataforma educomunicacional en Venezuela, América Latina y otras partes del mundo. Tiene un modo de proceder y demuestra resultados.

Entonces, afortunadamente, logré estar en estos años. Considero que me invitaron para hacer ese aporte al país y doy gracias por eso: por haber participado y estado durante esos años en Fe y Alegría, con toda la cantidad de personas que laboran en esta increíble institución.

Sigue todas nuestras entrevistas y la información que se produce desde las regiones uniéndote a nuestro canal de Telegram.