Carencia de repuestos y gasolina amenaza sustento de pescadores de Anzoátegui

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Foto: José Félix Millán

Cada vez se dificulta más la labor de los pescadores artesanales de Puerto La Cruz, Anzoátegui, no solo por la escasez del combustible sino también por el alto costo de los repuestos y lubricantes necesarios para el funcionamiento de los motores que impulsan sus peñeros.

Los costos de todos estos insumos, ante la constante devaluación del bolívar, son cotizados en dólares.

En el caso de algunos repuestos de frecuente desgaste en la maquinaria como es el caso de las bujías tienen un valor de 5$, información constatada en recorridos realizados por el equipo de Radio Fe y Alegrìa Noticias por los establecimientos de la zona; y las que están en inventario son repuestos genéricos, es decir no de marcas reconocidas debido a la poca importación de estos.

Foto: José Félix Millán

Gastos de rutina

La bomba de agua (Impeler) alcanza un valor que va de 15 a 80 dólares, esto dependiendo del caballaje del motor. Otro gasto que se hace reiterativo en la jornada diaria de los hombres del mar es el aceite de dos tiempos el cual tiene un valor de 6 dólares y se utiliza uno por cada 50 litros de combustible.

La dolarización de estos repuestos y de la gasolina para quienes no acceden a ella por los canales regulares ha significado que apenas un 10’% de las embarcaciones porteñas destinadas a la pesca se encuentran operativas, así lo sostiene el presidente de la asociación de pescadores Los Cocos.

“De cien, diez están operativos, los demás están estancados, no tienen las maneras, están parados por gasolina o por repuestos. Todo se les ha complicado”, expresó Dangir Millán.

Foto: José Félix Millán

El pescado se puso muy caro también

Ante las dificultades de abastecimiento de combustible de los marinos anzoatiguenses principalmente por la vía del mercado paralelo, el costo de las especies marinas también se ha dolarizado alcanzando precios en el caso del pargo de 4 dólares por kilo y 2 dólares para pescados como la cojinúa, caballa blanca y corocoro que son las especies predominantes en esta temporada del año.

Nii siquiera frases rimbombantes como “Lleve la viva, la fresca, la que se mueve, la abogada porque resuelve los problemas del hogar” logran que los anzoatiguenses regresen al nivel de consumo de años atrás.

Es importante hacer mención que el pescado más accesible para el ciudadano común es la sardina, la cual entró en veda desde este 15 de diciembre hasta marzo del año 2021, esto con el fin de garantizar su ciclo de reproducción y crecimiento para no generar afectaciones para el ecosistema.

Sin embargo, a pesar de ser una medida responsable con el medio ambiente dejará a muchos sin la única fuente de proteína a la que su poder adquisitivo le da acceso.

Foto: José Félix Millán

En entrevistas realizadas entre el mercado municipal de Puerto La Cruz y el mercado de Los Cocos, ambos ubicados en el municipio Sotillo de esta entidad oriental, estas fueron algunas de la opiniones de los entrevistados frente a la dolarización de las especies marinas:

“Tengo 2 meses que no compro pescado ni ninguna otra especie del mar por los costos, ¿Con qué lo voy a comprar?, el sueldo mínimo te alcanza si acaso para comprar una harina pan”, expresó un publicista quincuagenario.

“Hay que echarle pichón ¿oyò?, yo soy profesor jubilado y el sueldo mío no alcanza, cómo come uno sino gana lo suficiente”, refirió el adulto mayor.

Falta apoyo gubernamental

Si bien es cierto que el incremento diario de las especies del mar reduce cada vez más las opciones de alimentación de los anzoatiguenses, también es una verdad irrefutable que quienes se adentran en altamar en busca de sustento no solo para sus familias sino para la población en general.

Desde hace varios años no reciben ningún tipo de crédito o financiamiento por el Instituto Socialista de Pesca y Acuicultura creado por el fallecido presidente Hugo Chávez en el 2008, por lo que el mantenimiento de sus motores, embarcaciones y hasta la aparición del combustible por vías irregulares sumado a la carga familiar ha obligado a subir el costo de lo que con tanto trabajo se ganan en el mar.