En la parroquia San Camilo, del municipio Páez en el estado Apure, los vecinos aseguran que las autoridades dejaron en manos de las comunidades el sostenimiento de las instituciones educativas, pues son ellos quienes deben recolectar dinero para comprar pintura o dotar de material educativo a los salones.
Todos estos sacrificios, que deberían estar en mano de las autoridades, se suman a las carencias en cuanto a servicios públicos con las que también tienen que lidiar.
Radio Fe y Alegría Noticias se trasladó hasta la escuela Jacinto Convit, ubicada en El Nulita, a unos 20 minutos de la capital de San Camilo, para entrevistar a Maybelin Rojas, representante de dos niños que estudian en ese centro educativo, quien aseguró que los padres y representantes han organizado un campeonato de fútbol para obtener dinero con el que puedan dar respuesta a las carencias de la escuela.
Rojas detalló que el problema más urgente de atender es un pozo séptico. “Es un gran riesgo para los muchachos. Tiene bastante tiempo. Ahorita en gestión con los representantes lo que pudimos hacer fue una barrera con palos y piedras, pero se está cayendo. Tiene alto riesgo”, explicó.
De acuerdo con ella, cuando llueve, la escuela Jacinto Convit se convierte prácticamente en una laguna.
“A los muchachos les llega el agua prácticamente a las rodillas. Yo siento impotencia porque para mí la educación es primordial y ver una institución en estas condiciones da dolor”, dijo la representante.
En esta institución hay alrededor de 70 niños y niñas. Maybelin, quien cree que la educación “todavía vale”, contó que mensualmente tiene que aportar a la escuela unos 100 mil pesos colombianos, el equivalente a 24 dólares. “No aguanto. Todos los días tengo que salir a trabajar para poder aportar y así mis muchachos tengan una educación de calidad. Hay padres y representantes que tienen menos posibilidades que yo”, advirtió.
Les falta una parte de un techo
El equipo de Radio Fe y Alegría Noticias también se trasladó hasta la escuela estatal Teresa de la Parra, para conversar con su directora Liliana Bustos, quien resaltó que uno de los problemas que tienen es que les hace falta una parte del techo de la cocina.
“Ya tenemos para techar la primera parte, pero nos falta la otra que es lo que estamos esperando”, afirmó.
Bustos dijo que ya reportaron el caso a través de la plataforma Patria. “Estamos en la segunda parte que es la visita de ese personal en la institución. Vamos a seguir esperando para ver si recibimos respuestas por parte del gobierno nacional, pero hasta el momento lo que se ha gestionado es por el aporte de los representantes y por el consejo comunal de aquí de Bella Vista que nos ha colaborado”, dijo.
Asimismo, hizo énfasis en que históricamente el gran problema que han tenido en la escuela es el agua, pues no cuentan con una red privada.
“Tenemos el agua pública y cuando se va el agua en El Nula, se va aquí también”, señaló.
Pero que les llegue el agua pública también representa un obstáculo, pues cuando lo hace es a través de “un chorrito muy suave”.
“El personal obrero tiene que estar pilas, saber cuándo está llegando el agua, venir a la escuela, colocar la bomba y llenar rápido los tanques de arriba para que los niños y niñas tengan agua en los baños”, explicó Bustos.
Cuando se le preguntó sobre si los alumnos tienen su pupitre asegurado dijo que, hasta el momento, en el turno de la mañana eso no es posible.
“Individualmente no se garantizan las sillas para cada niño o niña porque el turno de la mañana es el más recargado. Las secciones tienen entre 30 a 28 niños y niñas. El de la tarde es el que todavía tiene cupos; es el más suave y es donde se puede garantizar porque hay menos niños, pero como tal, decir que cada niño y niña tiene su mesa y silla, no”, expresó Bustos.
Fueron los propios padres, junto a los docentes, quienes arreglaron algunas mesas y sillas donde se sientan los estudiantes de la escuela Teresa de la Parra.
Se colocaron tornillos, tablas “y todo lo que hiciera falta” a esas mesas y sillas en mal estado; sin embargo, hace falta más.
“No he contabilizado, pero más o menos necesitamos un total de 50 mesas y sillas”, dijo Bustos.
En la parroquia San Camilo no quieren que las escuelas cierren, y si cada habitante debe poner dinero de su bolsillo para reparar pupitres, comprar pintura o cercas, lo van a hacer, a pesar de que esa responsabilidad le corresponde al Estado.