Por María Iriarte | Radio Fe y Alegría Noticias

Guiados por el lema “Fe y Alegría comienza donde termina el asfalto”, una comisión de esta organización se adentró en septiembre a la intrincada selva deltana para visitar a la comunidad indígena warao de Los Caños, en el municipio Antonio Díaz del estado Delta Amacuro. 

En el recorrido, que tenía como propósito valorar las condiciones que permitirían la expansión de sus centros educativos, presenciaron una realidad que los dejó profundamente impactados, al ver que los indígenas waraos sobreviven en un contexto de múltiples carencias, sin contar con los servicios públicos básicos. 

Sin embargo, quedaron deslumbrados por la belleza natural de la zona, que con una educación en materia agro-productiva podría aprovecharse mucho más. 

Fe y Alegría Educomunicación ha beneficiado a más de 400 waraos con su programa de alfabetización intercultural bilingüe, estando presente en nueve comunidades. Próximamente se espera ofrecer educación media básica y técnica, así como gestionar iniciativas que promuevan el desarrollo del campo.

A lo largo de los 68 años de trayectoria que tiene Fe y Alegría, 23 de ellos en Delta Amacuro, siempre se ha apostado por atender a las etnias indígenas de todos los rincones del país.

Una realidad de otro mundo

Nahir Cabrera, administradora nacional de proyectos de Fe y Alegría Educomunicación, tenía grandes expectativas por conocer el atractivo natural de esta zona de Venezuela, pero vivió en carne propia todo lo que había visto en las pantallas, incluyendo las dificultades para conseguir los 700 litros de gasolina que necesitaba la embarcación y toda la logística necesaria para llegar al Delta.

El Delta del Orinoco se subdivide en tres regiones: el Delta Alto, el Delta Medio y el Delta Bajo. Tucupita se encuentra en la región conocida como el Delta Alto, mientras que el Delta Medio se ubica al sur, en proximidad al estado Monagas.

Por su parte, es en el Delta Bajo donde se alberga Los Caños, que dan origen al desplazamiento del majestuoso Río Orinoco. Allí habitan más de 40.000 personas aproximadamente, casi todos pertenecientes a la etnia warao. 

El camino hacia la selva deltana no es tenebroso, por desconocido que sea, y el ambiente que se vive allí no es triste, por muchas carencias que experimentan sus habitantes. 

Por el contrario, Carlos Alaña, subdirector nacional de Pedagogía en Fe y Alegría Educomunicación, lo describe como un lugar lleno de festividad, sonrisas y esperanza.  

La vida en la comunidad de Los Caños es, en palabras de Miller Alba, director de proyectos nacionales de Fe y Alegría Educomunicación, “de otro mundo”, porque a pesar de la falta de electricidad, agua potable y otros servicios públicos, sus habitantes subsisten.

“Es una realidad completamente diferente de lo que muchas personas podrían creer que se vive en estos lugares”, aseguró Alba.

Hace 23 años, Yelitza Guillén, quien actualmente ostenta el cargo de coordinadora nacional de Pedagogía en Fe y Alegría Educomunicación, se unió a las filas de este movimiento como voluntaria. 

Su desafío era enamorarse de la docencia por vocación, un objetivo que ha estado persiguiendo a lo largo de su proceso de acompañamiento pedagógico en el área de la comunicación intercultural bilingüe. 

Guillén admite que su cosmovisión cambió después de su visita a Los Caños de Tucupita, un lugar que marcó un antes y un después para ella.

Lo que realmente impactó y cambió la mentalidad tanto de Yelitza como de Nahir fue darse cuenta de cómo sus hermanos waraos, aún y cuando no poseían prácticamente nada en cuanto a lo material, eran los más generosos.

Los recibieron con amor, les abrieron las puertas de sus casas y compartieron sus alimentos sin mezquindad ni egoísmo alguno, demostrando la verdadera calidez humana. 

“Nosotros nos quejamos de tantas cosas y de nuestras limitaciones, mientras que ellos viven con lo que tienen y no se preocupan, sino que se ocupan”, expresó Cabrera.

Una mezcla de sentimientos

Para Alcira Ramírez, docente e investigadora nacional de Fe y Alegría Educomunicación, lo más doloroso fue presenciar la desnutrición de los niños y la falta de instituciones que velen por su calidad de vida. 

Sin embargo, se llenó de felicidad al ver la sonrisa de la gente al darles la bienvenida efusivamente, saltando y saludando desde lejos, luego de sus más de tres horas navegando por el río.

Sed de superación

Carlos Alaña explicó que los indígenas waraos se dedican a su proceso de aprendizaje con seriedad, vocación y entrega, dando lo mejor de sí para empoderarse, descubrir herramientas y comprender que la formación les ofrece motivos para avanzar, progresar y defender sus derechos. 

“La educación intercultural bilingüe hoy en Venezuela y en Los Caños de Tucupita tiene una gran fuerza y significado”, afirmó.

Alba coincidió con esto y narró cómo, desde que vieron que la lancha de Fe y Alegría se acercaba a su comunidad, se emocionaron porque sabían que iban a llevarles educación, esperanza y oportunidades para convertirse en profesionales y líderes comunitarios.

Yelitza Guillén agregó que han logrado esto gracias a su vocación, sentimiento, trabajo arduo y armonía.

En este sentido, Alaña resaltó la dedicación, el amor y la pasión que cada miembro de Fe y Alegría Educomunicación le imprime a Los Caños y a la educación intercultural bilingüe. Sin importar el panorama de adversidad, nunca se rinden y siguen apostando por la enseñanza.

Encuentro de culturas

La docente Alcira Ramírez sueña con una propuesta de encuentro de culturas en la que ninguna quiera imponerse sobre la otra, sino que se respeten y revitalicen sus identidades, historias, lenguas y culturas.

La administradora Nahir Cabrera agradeció entre lágrimas y expresó su orgullo por ser parte de esta institución y poder contribuir con ese granito de arena que las personas esperan y valoran enormemente.

El equipo de Fe y Alegría entendió que, en parte, el futuro de la humanidad está en manos de los pueblos indígenas. 

A la promesa de los waraos: “No importa cuándo vuelvan, siempre los estaremos esperando”. Ellos responden: “Aunque no sabemos cuándo volveremos, estamos seguros de que lo haremos”.

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