Liderazgo político femenino y el techo de cristal

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Foto: Archivo.

El liderazgo político femenino en Venezuela ha sido recientemente un tema de discusión, tanto en la prensa como en foros de debates. Una gran mayoría coincide en el mismo punto: la política nacional necesita más rostros de mujeres en cargos de representación ciudadana y al frente de partidos políticos.

El país parece estar lejos de otras naciones de Latinoamérica, sobre todo si se tiene en cuenta que no hace mucho tiempo se contaba con una importante presencia de mujeres en la presidencia de sus países: Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Dilma Rousseff en Brasil y Michelle Bachelet en Chile.

Para Verónica Engler, licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires, ese boom de mujeres presidentas respondía, “en buena parte”, al fenómeno del “giro a la izquierda” que existía en el continente. Con el tiempo también llegaron a puestos de poder figuras como Marielle Franco en Brasil, Beatriz Sánchez en Chile y Claudia López en Colombia, inspirando a toda una nueva generación de políticas.

Pero Venezuela lleva más de dos décadas gobernadas por el mismo partido político, teniendo únicamente dos presidentes: Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Por ello, su política debe entenderse desde una perspectiva muy local, sin que esto signifique que la poca participación de las mujeres en este mundo no sea un problema real que hay que resolver.

Hoy en día los derechos de las mujeres, la paridad de género y el liderazgo femenino son temas bastante difundidos y discutidos en los espacios que ofrecen las organizaciones de la sociedad civil y, a pesar de ello, las mujeres presentan obstáculos para ejercer un rol de liderazgo en entornos profesionales, además de vicisitudes para ser visibilizadas y participar en discusiones sociales, crear políticas públicas, tomar decisiones y acceder a cargos públicos.

Una gran muestra de esta ausencia de mujeres en la política se puede ver a partir del reciente proceso de primarias que han anunciado factores de la oposición venezolana, que buscan encontrar un candidato para que enfrente a Maduro en las elecciones presidenciales que se realizarían en el 2024. A finales de agosto se manejaba una lista de 12 posibles candidatos y candidatas: solo dos mujeres. Una era María Corina Machado, del partido Vente Venezuela, recordada por llamar ladrón a Chávez debido a su política de expropiaciones; y la otra Delsa Solórzano, quien recientemente fundó el partido Encuentro Ciudadano.

Cristina Ciordia, activista de Derechos Humanos y experta en estudios internacionales, lamenta que efectivamente no hay expectativas de que haya las suficientes candidatas mujeres para esta elección, lo cual podría tratarse, según ella, de un caso de techo de cristal, en el que entre más mujeres avanzan en la jerarquía política, menos se ven en cargos de gobierno.

El techo de cristal es una especie de barrera simbólica intangible que restringe la posibilidad de que una mujer llegue a altos cargos de responsabilidad laboral, causado por creencias enfocadas en que los hombres merecen estar por encima o por prejuicios socioculturales ya establecidos sobre el desempeño y características de los géneros.

“Hay que hacerse cambios significativos en la estructura para que logren romper ese techo de cristal, alcanzar posiciones más significativas en torno a decisiones”, explicó. “Pero no es que no hay mujeres con las que podamos contar para este tipo de liderazgo. Sí las hay. Lo que tenemos es que permitirles llegar hasta allí”, añadió Ciordia, quien sostiene que la ciudadanía debe preguntarse y cuestionarse por qué las mujeres no están alcanzando las posiciones de liderazgo político.

Machismo en las cúpulas de la oposición

La fallecida Evangelina García Prince escribió que las causas que mantienen los patrones de exclusión de las mujeres en el país son varias, pero entre todas destaca “la cultura androcéntrica” y “sexista” dentro del sistema político: al hombre se le mira como el centro de todo, mientras que a la mujer se le invisibiliza.

“Las mujeres y sus necesidades prácticamente no existen en la oferta electoral, ni en los espacios legalmente asignados en los medios de comunicación para la promoción de las candidaturas electorales y apenas son una muestra en posiciones generalmente de relleno en las postulaciones a cargos de elección popular”, expuso García Prince en el artículo “Análisis de la situación de la participación política de las mujeres en Venezuela”, publicado en 2008.

Ana María Osorio, estratega comunicacional en política, considera que es difícil soñar con una mujer liderando la oposición venezolana por los momentos, lo que en parte ocurre porque los grupos “que encierran la mal llamada oposición venezolana”, ven en la mujer como una amenaza a sus viejas prácticas políticas.

“El machismo se impone en los partidos que encabezan estas cúpulas de poder, así como los egos, lo que ocasiona que estos ‘líderes’ no permitan que nadie destaque y por todos los medios tratan de minimizar o aniquilar”, aseveró.

Pero Osorio cree que si las mujeres se enfocan en trabajar en su posicionamiento, podrían conseguir desplazar las viejas prácticas. “Sobre todo a los envejecidos actores políticos que en su mayoría tienen más tiempo que el chavismo en el poder, sin dar posibilidad a renovar los liderazgos ni dar paso a los nuevos liderazgos”, expresó.

Según ella, aunque la misoginia se impone en Venezuela, como en la mayoría de los países del mundo, la razón fundamental que influye en esta problemática es que no se ha trabajado el liderazgo de las mujeres políticas.

“No existen figuras visibles posicionadas en el colectivo. La mujer en la política no viene a ser relleno, debe demostrar que es capaz, es apta para el cargo y sobre todo que ella puede hacer el trabajo”, comentó. “Además, debe construir una imagen pública acorde con los anhelos sociales, para lograr conectar con los ciudadanos y convertirse en la primera opción o la elegida por los electores”.

Osorio citó al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para resaltar que las administraciones encabezadas por mujeres reportan mejores márgenes de eficiencia y menor corrupción.

Encuestas de opinión realizadas en América Latina y Estados Unidos muestran que la población percibe a las mujeres como seres más honestos, según un artículo de investigación desarrollado por la ex vicepresidenta ejecutiva del BID, Julie Katzman, en conjunto con Vivian Roza, del Programa de Liderazgo de la Mujer del BID.

Asimismo, se ha comprobado que las mujeres que llevan cargos electivos mejoran la asignación de recursos públicos y dentro del sector privado han logrado una mejor rentabilidad y bajar las posibilidades de bancarrota.

Sin embargo, estos puntos positivos no influyen en que haya más mujeres en cargos políticos. De hecho, las mujeres solo ocupan un cuarto de los cargos ministeriales, de los puestos legislativos y de otros altos cargos en la administración pública en América Latina.

“En los partidos políticos, las mujeres representan más del 50 % de la membresía, pero ocupan sólo el 12 % de los cargos directivos”, dijo Katzman.

Números como prueba

En el caso de Venezuela, la participación política de la mujer es muy baja. En los últimos años ha habido un retroceso, el cual la Red Electoral Ciudadana (REC) —integrada por Cepaz, Voto Joven y el Observatorio Global de Comunicación y Democracia— confirmó en el informe “Participación del liderazgo femenino en las elecciones regionales y municipales 2021”.

De 190.952 postulaciones recibidas por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para las elecciones del 21 de noviembre de 2021, el 46 % fueron de mujeres, mientras que el 54 % fueron postulaciones de hombres.

De acuerdo con la Red, los porcentajes no representaron un equilibrio de participación entre hombres y mujeres, pues se encontró que las mujeres fueron excluidas de los altos cargos y espacios de tomas de decisiones más influyentes.

En las candidaturas a las gobernaciones, del total de personas postuladas solo el 12 % fueron mujeres, frente a 88 % de hombres. “Esto se traduce en una brecha de género del más de 70 %”, señaló la Red en una nota de prensa.

Para el cargo de las alcaldías, del total de personas postuladas solo el 18 % fueron mujeres, frente a 82 % de hombres. En cambio, en el cargo de los Concejos Municipales y Consejo Legislativo de Estado hubo una tendencia de participación igualitaria.

Estos datos confirman que en Venezuela está rezagado la ocupación de cargos para las mujeres, al igual que los derechos de las mujeres, como manifestó Ciordia, quien cree que “es insólito que exista un retroceso en la participación de mujeres en la política”.

Ciordia considera que para que las mujeres logren generar cambios, hay que partir por hacer una transformación de la estructura de los partidos porque ha sido insuficiente el espacio que se ha dado para alcanzar la paridad política.

“¿De dónde sacas a las mujeres para que lleguen a estos cargos de elección popular?”, se preguntó al sostener que los partidos son los que no abren posibilidad en su estructura interna.

“A lo interno de los partidos debe haber también reformas que permitan a las mujeres ocupar posiciones de liderazgo”, dijo.

Ana María Osorio, por su parte, afirmó que las mujeres harán cambios significativos cuando más que pedir un lugar, trabajen por demostrar su capacidad de ejercer su rol en la política y demostrar su liderazgo. “Está en la mujer seguir trabajando para derribar barreras y ocupar cargos de poder”, aseveró Osorio.

“Las mujeres pueden hacer un cambio significativo en las políticas sociales por su correlación directa con estas temáticas”, destacó. “Y sería interesante que en Venezuela una mujer llegara a regir los destinos del país. Pero no cualquiera por ser mujer, sino por estar capacitada profesionalmente y apta para gobernar, servir y construir un país orientado al desarrollo”.

Dizque para parir

Las organizaciones políticas de Venezuela, tanto de oposición como oficialistas, suelen preponderar discursos de inclusión y aluden a la importancia de la mujer. Pero sus acciones y palabras suelen ir en otra dirección.

Algunos actores políticos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) han emitido comentarios desagradables sobre la vida y la “tarea” de la mujer. Uno de ellos fue el propio Maduro, quien afirmó en 2020 que la mujer está para “parir”.

En otro momento, basado en su presunto proyecto feminista, Maduro aseguró que el objetivo del socialismo era “emancipar a la mujer, en forma integral, garantizar sus derechos y darle la protección, el amor y acabar con la violencia en todas sus formas”

Del lado de los partidos de la oposición no parece ser muy diferente. En el artículo “El liderazgo político femenino pierde terreno en Venezuela”, publicado en 2022 por Cinco 8, con la autoría de Alejandra Otero y Felipe Torres, se expone que para las elecciones regionales de 2021, las mujeres tenían que esforzarse para sobresalir, pues no solo se les limita dentro de la esfera del partido, sino financiera y comunicacionalmente también.

Ciordia recuerda que debería ser parte de la conversación social el tema sobre la paridad, condición de vulnerabilidad y acceso a la toma de poder de la mujer respecto al hombre, pues es indiscutiblemente que hay capas que separan a las mujeres de las posiciones de poder.

Un problema social

La agenda sobre los derechos de las mujeres es algo determinante para Ciordia, ya que no se trata solo de visibilizar la figura femenina en los cargos de poder; sino de asumir y mostrarle al mundo que hay un problema estructural que no permite a las mujeres subir.

“Hay mujeres en el liderazgo político, que entre más suben en la estructura, menos poder tienen. ¿Qué tenemos que hacer? No solo ver esto como un accidente, algo que pasa, sino cuestionarnos: ¿qué las hace quedarse en el camino? Hay que hacer una transformación de la estructura de los partidos. Lo que tenemos es que permitirles llegar hasta allí”, dijo.

Al final, todo se reduce a buscar ir astillando el techo de cristal a través de acuerdos fundamentados en espacios, como los que ofrece la Cumbre de Mujeres por Venezuela del Centro para América Latina Adrienne Arsht, donde las organizaciones políticas se reúnen para generar las reformas necesarias para permitir a las mujeres acceder a cargos de liderazgo.

“Es importante entender que esto no es un problema estrictamente legal, sino social y hay que llevar a cabo un gran número de transformaciones para impulsar el acceso de las mujeres a los espacios de las tomas de decisiones”, sentenció Ciordia.

Publicado originalmente en Hilos de América