Jesús María Aguirre, jesuita, tenia 46 años cuando se suscitaron los hechos del Caracazo de 1989. Vivió en primera plana la revuelta que partió en dos, dicen los que saben de política, la historia de Venezuela.
«Ese día, 27F, nos encontrábamos reunidos los miembros de la revista SIC en el Centro Gumilla, en la esquina de Caja de Agua con Luneta en Caracas, cuando se dio el estallido social, y vimos también cómo un grupo de motorizados alentaba los saqueos», recuerda.
Aguirre hace esta acotación «porque por ahí se dice que esto fue por generación espontánea pero creo que hubo también guardias nacionales quienes estuvieron alentando».
Vivía junto a otros jesuitas en la zona de El Paraíso y ese día «no pudimos regresarnos a la casa por la (avenida) Baralt y tuvimos que dar una vuelta por la avenida Sucre para poder llegar». Desde su sitio de residencia «observábamos los acontecimientos».
El sábado 4 de marzo recibieron una llamada, en horas de la madrugada desde Barquisimeto «en que se nos notificaba que los compañeros nuestros que vivían en Los Canjilones de La Vega habían sido detenidos por la Guardia Nacional».
Luego de la noticia, y después que aclarara el amanecer y terminara el toque de queda, acudieron al barrio para saber la condición de sus compañeros cuando también fueron retenidos por los efectivos militares que estaban apostados en la entrada de Los Canjilones.
«Quedamos automáticamente detenidos y sin mayores explicaciones nos llevaron al callejón 7 de Agosto donde vivían los compañeros», prosigue.
El también comunicólogo contó que cuando llegaron a la casa de sus pares «ya se los habían llevado». Habla de los conocidos Luis Ugalde, Jean Pierre Wyssemback, Javier Duplá, Wilfredo González y Raúl González.