Hace 69 años nació en Venezuela un movimiento que trascendería fronteras y transformaría vidas: Fe y Alegría.
La semilla de esta gran iniciativa fue sembrada desde la indignación del padre José María Vélaz, quien no pudo quedarse indiferente ante la injusticia, el dolor, la pobreza y la ignorancia que aquejaban al país.
Es en este contexto que la generosidad desinteresada de Abraham y Patricia Reyes cobra un profundo significado al donar su hogar para convertirlo en la primera escuela de Fe y Alegría en el país, no sabiendo que más adelante este movimiento estaría presente en 22 países.
El padre José Gregorio Terán, sj, director general de Fe y Alegría Venezuela, compartió durante una entrevista en el programa De Primera Mano cómo la indignación ética se convirtió en fuerza y acción, mientras que la generosidad se transformó en entrega, dando origen a lo que hoy conocemos como Fe y Alegría.
“Fe y Alegría siempre ha ido saltando fronteras”, señaló el padre Terán. Lo que comenzó como una escuela en un barrio humilde (el 23 de Enero en Caracas) pasó a ser una propuesta de país y una gestión educativa para los sectores populares que va más allá de las aulas y se extiende a los micrófonos, cámaras de televisión y redes sociales.
Rompiendo las barreras de la educación formal
De acuerdo con el padre Goyo, este movimiento rompió las barreras de la enseñanza formal al llegar a los jóvenes del barrio, estableciendo centros de capacitación laboral que proporcionan herramientas para el emprendimiento y la empleabilidad.
A su vez, se comprometió con la educación de adultos, ofreciendo una segunda oportunidad a aquellos que creían haber fracasado en el sistema educativo. Gracias a ello, más de 7000 personas que habían abandonado sus estudios tuvieron la oportunidad de retomarlos.
El padre indicó que mantener una propuesta formativa atractiva y relevante en este mundo de constante cambio, implica la gestión eficaz de recursos, la formación continua y actualización del profesorado, así como la reforma curricular.
A través de revistas especializadas en procesos pedagógicos e investigaciones sobre la práctica, Fe y Alegría no solo ejecuta acciones, sino que también diseña y construye un discurso educacional a disposición de todos.
Fe y Alegría se distingue por su capacidad para convocar y poner sobre la mesa recursos y conocimientos para el beneficio común. “No es un movimiento cerrado”, subrayó el sacerdote Terán. “Tenemos la responsabilidad de contagiar ese espíritu, esa entrega y ese deseo de ir más allá”.
Las tragedias se convierten en retos
Citando cifras de estudios realizados por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), el jesuita reconoció la grave deficiencia de unos 250.000 docentes en el sistema educativo venezolano. Sin embargo, en lugar de ver estos números como una tragedia, destacó que el movimiento los ve como retos a los cuales “darles la vuelta”.
En este contexto, hizo mención a la propuesta de la escuela digital, que busca maximizar el número de maestros disponibles mediante el uso de la tecnología, programas de calidad y equipos adecuados para garantizar que los niños y adolescentes de zonas desfavorecidas no se queden sin clases.
“Con la combinación de educador, tecnología y equipamiento podremos, aunque sea con pocos educadores, llegar a más y más estudiantes”, expresó.
Resaltando la importancia del capital humano en el desarrollo de un país, hizo un llamado urgente para que se reconozca el trabajo de los docentes y se priorice la inversión en esta área.
Sostenibilidad y calidad: los dos grandes retos
Por último, señaló la sostenibilidad y la calidad educativa como dos grandes retos que enfrenta Fe y Alegría.
Destacó que la sostenibilidad es un problema que le atañe al Estado como garante del derecho a la educación, pero también a las familias como responsables directos de la formación de sus hijos y a la sociedad civil porque sin educación no hay país.
Culminó agregando que para nadie es un secreto que la migración del personal en las escuelas y el hecho de que muchos se dediquen a otros oficios para poder cubrir sus necesidades afecta severamente la calidad educativa.
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