Francelia Ruiz, politóloga y directora de proyectos de Convite, aseguró en entrevista que las personas mayores enfrentan barreras significativas para acceder a los servicios de salud, desde la adquisición de medicamentos hasta la posibilidad de contar con atención médica primaria, de emergencia y de enfermedades crónicas.
Ruiz explico, en entrevista para el programa En Este País de Radio Fe y Alegría Noticias, que en las recientes investigaciones realizadas por Convite, en el marco de su proyecto Enpoven, que incluyen la evaluación de condiciones de vida y salud de los adultos mayores y tres informes relacionados con sus derechos humanos, encontraron que el acceso a servicios de salud de calidad, oportunos y que garanticen el derecho a la salud y a la vida es limitado en el país.
Asimismo, se reveló que al menos 84% de los adultos mayores venezolanos padecen una o más enfermedades crónicas, por lo cual requieren de medicación, dieta y cuidados esenciales de por vida. Por su parte, 89% de las mujeres mayores padecen una enfermedad crónica. Las patologías que más se repiten son hipertensión, trastornos venosos y cardiopatías.
Al menos un 65% de los encuestados sufre de hipertensión, 15% alguna cardiopatía, varices y otras enfermedades que ameritan de tratamiento permanente, por lo cual urgen planes de salud para acceder a estos servicios, a los chequeos médicos y a las medicinas que son altamente costosas, enfatizó Ruiz.
El precio: la mayor limitante
Pese a que la escasez de medicinas se redujo un 20% en comparación con el 2017, su acceso no mejoró porque los precios se elevaron. En su informe “Hacia una política del envejecimiento digno”, el 100% de los consultados consideró que los medicamentos están disponibles con facilidad, pero el precio es una gran limitante para comprarlos.
Igualmente, se presentan disparidades territoriales porque el inventario de productos en las grandes ciudades no es igual a la de los lugares rurales. Por otra parte, los ingresos fundamentales de los adultos mayores provienen de su jubilación, la pensión de vejez y los bonos del sistema patria.
Un grupo más reducido recibe remesas de parientes en el extranjero o ayuda en general de familiares en el país, pero “para ellos es complicado que estos ingresos cubran sus necesidades básicas, solo les alcanza para alimentos o medicamentos”, apuntó la politóloga.
Haciéndose imposible que se provean de otros aspectos que engloban envejecer con calidad como lo son la recreación, la adquisición de bienes y servicios, vestido y calzado. “Dejaron de asistir a controles médicos preventivos porque supone el pago de la consulta, de los exámenes exploratorios y de los medicamentos”, lamentó.
Crear políticas públicas
La directora de proyectos de Convite insistió en que se deben formular políticas públicas para construir una política real de envejecimiento digno, aplicando el análisis del problema como público mediante las dimensiones de política establecidas en el Art. 27 de la Ley Orgánica para la Atención y Desarrollo Integral de las Personas Mayores.
“Es decir, la educación como parte activa de la vida desde la escolaridad, la preparación para el retiro laboral o la jubilación y el envejecimiento poblacional, que no es un asunto que debemos seguir postergando. Cómo se aborda la feminización del envejecimiento, hay más mujeres adultas mayores que hombres y la esperanza de vida de las mujeres es superior a la de los hombres”, sentenció.