El pasado 8 de octubre, una tarde de intensas lluvias dejó sin hogar a, al menos, 1400 familias en Las Tejerías, estado Aragua, donde la amarga historia de Vargas de 1999 parece repetirse 23 años después.
En Venezuela, las lluvias han dejado escenas dramáticas. Escenas que como fantasmas salen de lo más profundo de nuestros recuerdos, cuando el cielo deja ver sus nubarrones grises o cuando deja sonar sus truenos.
El barrio Libertador está ubicado en el municipio Santos Michelena del estado Aragua. Hace apenas un mes a los vecinos de esta comunidad les tocó vivir los horrores de la naturaleza: este sector tiene más de 40 años de fundado y nunca antes las quebradas habían intentado, siquiera, tragarse las casas.
El barrio pertenece a Las Tejerías, un pueblo alfarero que debe su nombre a que existía en este sitio una fábrica de tejas, ladrillos y adobe. Un pueblo alegre, sencillo y armonioso donde sus habitantes encontraron en el agua de los manantiales su sustento por años.
Y esto se puso feo
Solo 15 minutos bastaron para que la quebrada Los Patos, en un enorme torrente, acabara con la vida de 54 personas y dejara un saldo de más de 60 desaparecidos, según fuentes oficiales. Las lluvias provocadas por el paso del huracán Julia a principio del mes de octubre fueron el detonante. Hacía un mes que la quebrada había crecido tanto que se salió del cause y anegó algunas viviendas en el mismo barrio Libertador.
La temporada de lluvias debía estar por terminar, por lo que Protección Civil y otras autoridades hicieron limpieza en la zona luego de la crecida. Era poco probable una inundación o algo peor.
Sin embargo, lo impensable llegó: la desgracia se apoderó del barrio Libertador. «Me dijeron que esto estaba muy feo y yo tenía a mi niña aquí porque la dejé con mis hermanas mientras yo hacía las diligencias», cuenta Greicy, vecina del sector.
«Me vine como pude por la carretera vieja, pasando por los derrumbes y todo; asustada, pidiéndole a Dios que no le pasara nada. Cuando llegué a Tejerías, vi todo el desastre. Me dijeron que estaban bien, cuando me imaginé que todos estaban bien, pensé que mi mamá también lo estaba”, relata.
Greicy no estaba en su casa la tarde de la tragedia en la que perdió a su mamá y dos tías que estaban en una iglesia donde la crecida acabó con todo. Sus familiares, para salvarse, salieron de su casa y subieron desesperados a un cerro mientras el agua que bajaba con fuerza los tapaba casi por completo.
“En mi familia había niños de cinco meses, de ocho años, de 12 y 14. Todas las edades y todos se salvaron, menos mi mamá”, afirma Greicy con la voz quebrantada en entrevista para Radio Fe y Alegría Noticias.
Plegarias ahogadas…
En la misma iglesia cristiana que menciona Greicy, habían 19 personas y pocas pudieron salvarse. Quienes lo lograron lo hicieron gracias a una mata de aguacate y a la guía de José Luis Quiñones, un hombre que contó a Radio Fe y Alegría Noticias que tuvo que improvisar para escapar en medio de las aguas subiendo al árbol.
“Todos nos encontrábamos adentro, orando y predicando ahí en el momento en que nos sorprendió la quebrada y 12 personas fueron arrastradas –dice José Luis-. La iglesia se cayó, no quedó nada. Quedamos de sobrevivientes siete personas nada más; se fueron 12”.
Antes de que el agua arrastrara todo, Quiñones pensó que tenían oportunidad de salir de la iglesia y le comentó al resto, pero no hicieron caso. Optaron por orar y quedarse dentro. Sin embargo, la fe no detuvo el agua: “cuando nos fijamos, ya el agua estaba a un nivel muy alto. No podíamos salir. Me asomé por la parte de atrás y le dije a la pastora que el agua se iba a meter, no me hicieron caso y todo el mundo comenzó a correr”.
José Luis, por instinto, subió a la mata de aguacate: “le dije a mi hermano Julio que me pasara a los niños y las otras personas no pudieron salir. No pude salvar a más niños porque si me bajaba de la mata de aguacate, me caía también”, relata.
Doce personas quedaron entre los escombros, el barro y agua, de lo mismo que trató de escapar José Luis montándose en la mata de aguacate y estirándose desesperado para subir a sus compañeros de fe. Logró subir a tres niñas y a su papá para salvarlos. Lamenta que no tuvo tiempo de salvar a la pastora, quien estaba recostada de la mata. “Cuando le estiré la mano el agua la había tapado ya. No podía hacer nada por ella”, dice.
Perdí todo, pero estoy vivo…
Delio Rivero contó que lograron salvar a su mamá en lo que fue una verdadera travesía, en otras de las zonas afectadas en el barrio Libertador de Las Tejerías. Aunque perdió dos carros y su vivienda, él agradece tener a su mamá viva. Y eso sí: no le desea lo que sufrió ni a su peor enemigo.
“A mi mamá, cuando ya venía la creciente, los vecinos y mis sobrinos la sacaron por la parte de atrás. Por una pared la subieron, la sacaron para la parte del cerro y lograron salvarla. Me encontré con todo devastado, perdí los dos carros que tenía con los que buscaba el sustento para mi mamá y para mí”, dijo a Radio Fe y Alegría Noticias.
El agua de la quebrada de Los Patos había empezado a subir más temprano y antes de la media noche otras tres quebradas más en ese municipio sumaban agua que corría a gran velocidad. La lluvia no había sido normal esa tarde ni los días previos en el país. Las aguas bajaron y arrastraron lo que encontraban a su paso: piedras, barro, árboles, tendido eléctrico, antenas de telecomunicaciones, casas y vidas.
A Delio le arrastró todo lo que tenía: “quedé sin nada, solo con la ropa que tenía encima cuando llegué. Pero gracias a Dios tengo a mi vieja viva”.
Él y vecinos de otros veinte sectores del municipio santos Michelena, incluida la zona industrial, la anoche del 8 de octubre quedaron bajo el lodo, golpeados, aterrados, sin telefonía, sin agua potable y sin servicio eléctrico.
La respuesta anhelada
Los habitantes del barrio Libertador de Las Tejerías, en su mayoría, no quieren ir a un refugio. Muchos esperan que se cumpla la promesa del presidente Nicolás Maduro de otorgarles una vivienda digna lo antes posible.
“Que por lo menos se conduela y nos den una vivienda -piden sin mucho pensar- Dicen que están haciendo 450 apartamentos, pero en realidad no nos han dicho nada”. Ellos quieren una vivienda segura tan rápido como el agua les hizo perder lo que tenían. Mientras tanto se ubican entre los escombros y ruinas del barrio Libertador tratando de encontrar lo que habían construido y sus vidas.