Oración de la mañana. Lunes 30 de mayo de 2021.
Por Herlinda Gamboa y voz de Julitze Mayurel.
Cafecito de la esperanza en la fiesta de la visitación
Señor Jesús, iniciamos una nueva semana, desde muy temprano nos ponemos en camino. Como todos los días quiero arrancarle un momento a mi jornada para pasarlo en tu compañía. Gracias por estar ahí, por sentirte cerca y por dejarme estar en tu presencia. En esta fiesta de María, compartimos el café recordando el saludo del ángel que pone en marcha la historia de la salvación. Recibe la gran noticia de haber sido elegida por Dios, y ya está en salida para visitar a su prima Isabel. A prisa, porque las cosas de Dios no hay que dejarlas esperar.
Quiero aprender de ti, María, esa rapidez y disponibilidad, esa sensibilidad para acudir a lo que el prójimo necesite. Dichosa tú que has creído. Si te quedaba todavía alguna duda o angustia por la noticia recibida del ángel, Isabel la deshace con este hermoso saludo, «dichosa tú, feliz porque has creído». La fe quiere ser siempre en nuestras vidas una alegría profunda, una buena noticia que consuela y anima la esperanza.
Dichosos nosotros, porque también creemos y confiamos en Dios. Tu felicidad, María, es por las promesas que Dios te ha hecho. Quiero alegrarme por ese Dios que no deja a ningún ser humano en la miseria, sino que derrama sobre todos los que sufren, los hambrientos, los humildes, su misericordia. Cómo me gustaría compartir tu alegría por un Dios así. Quisiera parecerme a ti, dejando a Dios hacer sus cosas, ser cauce, puerta que se abre y llave que se da. Entender que el amor que se nos da no quiere espera, que las cosas de Dios piden nuestra prisa, nuestras ganas, nuestro darnos sin descanso y sin disculpa.
Vivir la fe alegrando el camino de quien me encuentre, aliviando el peso de quien va cargado, contagiando esperanza a quien ya no la tenga, inundando del amor de Dios nuestro frío corazón. Gracias por darnos a María, como Madre y camino para llegar hasta ti. Por encontrarla tan cercana, tan amiga, tan como nosotros en sus palabras, en sus sentimientos, en sus acciones pequeñas.
Danos tu amor y gracia que eso nos basta. Amén. PAZ Y BIEN.
Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.