Oración de la mañana. Sábado 25 de junio de 2022.
Por Mireya Escalante
También a nosotros se nos pierde. (Lucas 2, 41-51)
Vamos a intentar meternos en el interior de esta historia, relatada en la palabra de hoy.
La relación tan íntima y hermosa de María, con ese bebé tan especial, que fue carne de su carne. Relación que se afianzaría y profundizaría con el trato continuo en el seno de su familia.
En este momento, Jesús va dejando su infancia y en acto muy propio de un adolescente, decide hacer lo que considera correcto y se queda.
Metámonos en el corazón de María y José al sentirlo perdido. Angustia… temor… culpabilidad…
¡Cómo sería ese camino de regreso a Jerusalén!
Tan oscuro y difícil, como cuando a nosotros también se nos pierde Jesús de nuestras vidas.
Habría que hacer lo que ellos hicieron, regresar en su búsqueda. Entender que eran ellos quienes tenían que buscarlo, con la confianza en medio de la angustia de que lo iban a encontrar.
También nosotros no entendemos a veces sus palabras, sus respuestas, no son las que nos imaginamos…
Pero Él siempre regresa con nosotros y no nos queda si no lo de María, guardar esas cosas en nuestro corazón.
Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.