Una Palabra Oportuna 3268

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Un espacio para caminar con Jesús

Tips para discernir la realidad

Viernes 24 de mayo de 2024

Por: Antonio Pérez Esclarín

La agresión es signo de debilidad moral

Para posibilitar la reconciliación y el reencuentro, necesitamos aprender a no agredir y desarmar el corazón y la palabra. En Venezuela nos hemos acostumbrado a la violencia verbal. El hablar cotidiano y el hablar político reflejan con demasiada frecuencia la agresividad que habita en el corazón de las personas. De las bocas brota un lenguaje duro, implacable y procaz, que confunde brillantez y oratoria con capacidad de ofender y de herir y no olvidemos, que es muy fácil pasar de la violencia verbal a la violencia física, del insulto al golpe, ya que la experiencia nos demuestra que casi todas las peleas comienzan con insultos. Sustituir argumentos por ofensas, amenazas o golpes no solo demuestra una gran pobreza intelectual, sino una pequeñez de espíritu y una falta de dignidad y de humanismo. La agresión es signo de debilidad moral e intelectual y la violencia es la más triste e inhumana ausencia de pensamiento. Valiente no es el que ofende, amenaza, golpea o insulta a otro sino el que es capaz de dominarse a sí mismo, de responder al mal con bien, a la intolerancia con respeto, a la venganza con perdón, al odio con amor. La violencia deshumaniza al que la práctica y desata una lógica de violencia siempre mayor. Quien insulta, hiere, ofende o amenaza, se degrada como persona y no puede contribuir a construir una sociedad más justa y más humana.

Con Tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.